Para La Otra Cara del Patacón y Diagonales.com
http://diagonales.infonews.com/nota-171014-De-Majules-Moyanos-Periodismo-y-Politica.html
"Todo comenzó hace 25 años, en 1987, cuando Néstor Kirchner fue elegido intendente de Río Gallegos por una diferencia de apenas 110 votos. Desde ese momento, ambos pasaron a formar parte del establishment político, y siempre se las ingeniaron para no volver al llano (entiéndase desde tomar un avión de línea hasta ir de vacaciones a los lugares más concurridos o hacer cola para cargar combustible)".
http://diagonales.infonews.com/nota-171014-De-Majules-Moyanos-Periodismo-y-Politica.html
"Todo comenzó hace 25 años, en 1987, cuando Néstor Kirchner fue elegido intendente de Río Gallegos por una diferencia de apenas 110 votos. Desde ese momento, ambos pasaron a formar parte del establishment político, y siempre se las ingeniaron para no volver al llano (entiéndase desde tomar un avión de línea hasta ir de vacaciones a los lugares más concurridos o hacer cola para cargar combustible)".
En esa revelación de Luis Majul en La Nación de ayer, en esa concepción del poder, en esas
líneas que vomitan un simplismo que si no fuera siniestro sería muy pelotudo,
en esas líneas queda reflejado de manera taxativa la concepción de la política
y la grieta por donde pretende horadar (el dispositivo hegemónico de medios) la
gestión de la Cristina Fernández de Kirchner, y también por donde atacarán la
historia reciente.
Sigue sin aparecer nada enfrente del Kirchnerismo (o, al
menos, algo que revista un matiz novedoso): el dispositivo hegemónico sigue
siendo el ghost writer (no tan ghost) del arco político opositor; la
estrategia y los fundamentos de los medios siguen siendo muy endebles, pues no
hay debate posible sin densidad política, por lo que la gestión del Gobierno
Nacional termina arrollando todos y cada
uno de los puntos de esos medios (representantes públicos de ciertos poderes
reales).
Es decir: el destinatario de esa construcción de sentidos es
un campo restringido que, ciertamente, es enorme como sujeto social hacedor de best seller de verano, pero como
contrapartida es escaso, insuficiente e inconducente como proveedor de un
discurso político con el que se pretende enfrentar al Gobierno Nacional.
Ahora, la táctica que parecen utilizar los medios opositores
(y que es la letra que siguen como un dogma los representantes políticos de ese
y otros poderes concentrados) es la de repiquetear con fruición en la
contradicciones internas constitutivas del peronismo... pero: ¿el equilibrio
por sobre el que busca instalarse CFK responde a una concepción clásica del
equilibrio bonapartista que el primer peronismo logró sostener? O mejor: el
choque de intereses que vació al peronismo desde adentro y lo hizo mutar en una
maquinaria burocrática de derecha ganadora de elecciones entre 1958 y 2003
(salvo en la etapa camporista y en el regreso de Perón) ¿es probable que se
repita en este momento histórico?
¿Cuáles son los caminos retóricos por los cuales discurre la
opaca estratagema opositora? Resaltar el distanciamiento entre Moyano y los
interlocutores del Gobierno Nacional; vaticinar, en el mismo tono que auguraron
los desastres económicos y sociales que
nunca llegaron, nuevos cataclismos macroeconómicos: ajuste, crisis con el socio
estratégico Brasil, además de instalar un supuesto clima belicista con Gran
Bretaña, y llevar a las primeras planas las diferencias conceptuales y de
praxis entre el gobernador Daniel Scioli y el vicegobernador Gabriel Mariotto.
Y, por supuesto, la supuesta y velada intención oficial de instalar el chavismo
al palo, subido a la consigna "Cristina eterna" (dixit Clarín).
Ese cóctel está licuado en el petardismo
"trosko-derechoso" de Jorge Lanata (para entender la paradoja
"trosko-derechoso, ver acá: http://bit.ly/zbOVV4 ), el boludismo de Majul,
el tecnicismo republicano de Mariano Grondona, el desencanto anti-democrático
de Joaquín Morales Solá, el academicismo crispado de Betty Sarlo, la
inmoralidad de Fontevecchia... reitero: muy poco, cualitativamente, para
enfrentar a un gobierno de la dimensión del Kirchnerista.
Al margen del discurso de los medios concentrados, se ubica
la realpolitik. Allí se comprueba
que: el rumbo macroeconómico marcha robusto y firme (ayer la Presidenta dio a
conocer el número record de la recaudación en enero), no sin modificaciones en
el uso de nuevas herramientas y medidas ("sintonía fina); el predomino
político del Kirchnerismo es democráticamente absoluto pues comanda la gestión
y maneja la agenda, el inicio del año parlamentario podría marcar la
continuidad de esa superioridad en el ágora legislativa con iniciativas de
genética K; y los chispazos Scioli-Mariotto son la lógica expresión de miradas
que suelen presentar matices en puntos críticos de la gestión. Nada que escape
a lo previsible: cuando Scioli anunció la candidatura del ex presidente del
AFSCA, nadie podía prever un rol parsimonioso y de continuo beneplácito por
parte del actual vicegobernador.
Lo más sustancioso, desde el punto de vista coyuntural e
histórico, es la dinámica entre una parte de la CGT y el gobierno central.
Desde un tiempito antes de la desaparición física de Néstor Kirchner comenzó a
existir cierta tensión. Esa situación se hizo más densa con el fallecimiento
del ex Presidente (con el que Hugo Moyano tenía cierto diálogo) y se profundizó
en el proceso electoral. La razón, eran las razones políticas de Moyano y del
universo sobre el que ejerce conducción. Es decir, una parte de la CGT.
Legítimas aspiraciones: el líder camionero pretendía (pretende) lugares de
poder para convertir en política su primacía sindical. Nada fuera de lo común.
Luego de las elecciones, con la contundencia del resultado
de éstas y con los gestos políticos de la Presidenta (la conducción soy yo y
los límites políticos no serán, precisamente, imposiciones de ningún sector),
Moyano vio como progresivamente iba retrocediendo. Entonces, batió el
peronómetro y comenzó con la retórica ígnea (desde el acto de camioneros en
cancha de Huracán) multiplicada por sus espadas (Plaini, Viviani, Piumato).
Cuando Moyano bate el parche del peronómetro para justificar
sus necesidades políticas, la historia parece caérsele encima. ¿Cuando la CGT o
el MO condicionaron o participaron de la conducción y el rumbo del
Justicialismo en el primer peronismo? Jamás. Basta con remarcar como Perón
disolvió el partido laborista luego de las elecciones del 45, como condicionó y
fogoneó a los secretarios generales de la CGT. "Del trabajo a casa y de
casa al trabajo". ¿Se acuerdan? Para Perón, la CGT y los trabajadores eran
su sujeto social, los beneficiarios de la mayor transferencia de recursos hacia
los sectores vulnerables más grande la historia, los incluidos en la república
del parlamentarismo burgués, quienes vinieron a la historia como ciudadanos
plausibles de derecho. Los trabajadores eran una de las patas del equilibrio
bonapartista sobre el que se sostenía su poder. Pero debían ser peronistas, no
un movimiento laborista que le disputara la jefatura. Perón era su propia
izquierda y su propia delimitación ideológica.
Por eso, cuando Moyano pretende hacer política su primacía
sindical, debería saber como peronista que, ante una conducción solo
equiparable a la de Perón, encontrará límites taxativos más temprano que tarde.
Entonces, equivoca el camino cuando se encierra en prerrogativas sectoriales.
Y los medios hegemónicos se equivocan cuando creen ver allí
una disputa para exaltar, porque luego del 23 de octubre, luego del 54% y de
los más de 11,5 millones de votos comenzó una nueva etapa política en la
Argentina. En este nuevo tiempo, no hay punto de disputa entre Moyano y la Presidenta.
No puede existir un duelo político entre estos dos porque no son pares.
Cristina no representa, como sí lo hace el camionero, a ninguna fracción. No es
la jefa de ningún grupo: es la Presidenta de 40 millones de argentinos, como
suele repetir CFK.
Ayer cuando la primera mandataria anunció el aumento de las
jubilaciones citó su discurso de asunción de 2007: "(...) yo no venía para
ser una presidenta que me convirtiera en gendarme de las utilidades de las
empresas ni tampoco a formar parte de ninguna interna de poder sindical o
gremial".
Ese es el nuevo equilibrio por sobre Cristina surfea y donde
la ubicó la legitimidad abrumadora de los últimos comicios, y también donde la
sostiene la supremacía política de su gestión. Se abrió el 23 de octubre pasado
un nuevo tiempo histórico donde la Presidenta es la garante del crecimiento, la
inclusión y el equilibrio que permitió crecer a tasas chinas en los últimos
ocho años y medio, en los cuales se sortearon crisis políticas, económicas y
financieras. Entonces, Moyano deberá saldar sus desafíos sindicales con sus
pares a mediados de año y encontrar las formas adecuadas para canalizar sus
reclamos sectoriales, si es que todavía quiere cabalgar acompañando a este
proyecto político.
Y, en todo caso, Moyano tiene a mano otro camino si lo que
desea es saltar hacia la disputa política, para discutir el rumbo del gobierno.
Ayer CFK entregó una pista: "Y los que piensen diferente, que tienen todo
el derecho a hacerlo, los que crean que se deben hacer cosas diferentes desde
la Presidencia, lo que tienen que hacer es participar en un partido político,
postularse a presidente y si te votan hacés lo que a vos te parece en materia
salarial, en materia de impuestos y demás".
No hay comentarios:
Publicar un comentario