miércoles, 8 de diciembre de 2010

ESTA NOCHE, ROJITO

No lo puedo creer pero esta noche, cuando Independiente salga a la cancha para enfrentarse a su historia, voy a estar viajando para el sur. Es así loco, quevaser.
Hoy a la tarde veia en Fox Sports, una especie de recontra (7 horas antes del match) previa en el programa Fútbol para Todos que trasmitía en vivo desde el centro de la cancha: improvisaron una especie de living para hablar con el Tiburón Serrizuela, la Chancha Mazzoni y (de pie, cumpas) el Beto Carlos Alejandro Alfaro Moreno. El Beto fue uno de los primeros mitos que me inocularon cuando era un niño fanático del Rojo y del fútbol, y los primos y tios por parte de mi viejo se encargaban de hacernos potenciales barrabravas a los pendejitos de la flia.: me contaban, me decían con emoción, que el Betito tenía una media vuelta fulminante; una media vuelta imparable. Esa era la jugada del Beto. Me contaban, me decían con emoción, que en ese partido contra Boca en la Doble Visera, el Beto le había quemado las manos a Navarro Montoya con una media vuelta y latigazo de zurda. Pum! A cobrar. En esa época le ganábamos siempre a Boca...en realidad no, porque el Bocha ya se había retirado y nosotros no éramos lo que habíamos sido, pero a Boca le ganábamos seguido igual.
Entonces, en épocas en las cuales el fútbol televisado me era absolutamente ajeno (el cable no llegaba, todavía, a ese barrio pobre y alejado de Luján) y las construcciones simbólicas de Víctor Hugo era la referencia ineludible de la realidad, empecé a pensar en Alfaro Moreno como una especie de Héroe rojo con un arma invencible: la media vuelta y el latigazo de zurda.
Después me empecé a escapar para ir a la cancha. De Luján a Avellaneda. A escondidas de mis viejos. Tren hasta Moerno, trasbordo hasta Once y, ahí, el 95 hasta Avellaneda. Cuatro o cinco horitas de tren y micro para ir. Lo mismo para volver. 14 años tenía.
Hasta que un día lo vi, ao vivo, al Beto Alfaro Moreno en todo su esplendor. Fue el día que el Gordo volvía al fútbol argentino. Jugaba para Newell´s. Estaba flaco el Gordo. Fibroso. Lindo. La zurda intacta. Era la previa del Mundial 94. La cancha explotaba: 60 mil personas. Jugó muy bien el Gordo, hasta casi le hizo un gol de rabona a Islas. Pero el Loco, un incosciente de la magnitud histórica de esa jugada, le tapó la rabona con una volada espectacular que quedó grabada en mi cabeza para siempre. La cuestión es que el Rojo le pegó un paseo bárbaro y le ganó 3 a 1 a Ñuls con ¡3 goles! de Alfaro Moreno. Alfarito, el mito. En la vieja doble visera, que todavía mantiene el espesor de su ámbito cargado de historia.  

Hoy, cuando el Rojo salte al mismo piso en donde dio y ganó mil batallas como la de esta noche, voy a estar alejándome inexorablemente de allí. Pensando en los mitos que me dieron identidad cuando era un pibito, y rogando que el Patito se convierta, de una buena vez, en el Pato y le haga honor a la camiseta que lleva puesta (la 10) para regalarnos un título que esperamos hace 15 años. 

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