jueves, 7 de octubre de 2010

LA CRUZADA TROSKO-DERECHOSA DE LANATA

(Si un ministro de educación porteño batió un trosko-leninismo en referencia al Kirchnerismo, casi todas las paradojas conceptuales están permitidas).

Jorge Lanata está enojado. Desencajado. No encuentra lugar en este tiempo y en esta coyuntura (él dice que “los K” lo bajaron de la televisión abierta porque representaba una amenaza; otros dicen que al Gobierno no accedió a un intento de Lanata para convertirse EL periodista oficial).


El creador de Página/12 refuerza su ego en una pelea mediática con el programa 6,7,8 (Canal 7) al que acusa de propagandista del Gobierno. Entonces, arranca el editorial de su programa (Después de Todo, por Canal 26) golpeando duro, y por derecha, al envío que produce Diego Wirtz. “Están usando tu plata y la mía para pagarse los sueldos”. Histórico lugar común y reaccionario para atacar a la política, esta vez el periodista lo usa para defenestrar a los integrantes de 6,7,8. “Tu plata, mi plata”, la parábola derechosa es usada para lograr complicidad con el público; vacía de contenido, la consigna no repara en que los sueldo de cualquier periodista de este país se sostiene con “tu plata”: los avisos de empresas privadas que sostienen a Canal Trece, por ejemplo, son fruto del consumo de “la gente”. Es “tu plata” invertida.

Al contrario, la perorata chiquitita “tu plata, mi plata” no es usada cuando el Estado (garante insoslayable de la vida en sociedad tal cual la conocemos) garantiza o genera derechos sociales, humanos, laborales etc, etc, etc.

Sigue Lanata, entonces, en su Cruzada contra 6,7,8. El exabrupto a partir del cual se estigmatizó a Maradona, es aquí repetido con fiereza: “Un pobre viejo acabado como Barone, ex empleado de Clarín en la dictadura. ¡Toda la dictadura chupando, Barone! Decían `Chupe Barone´, y Barone chupaba”. Referencia, claro, al panelista Orlando Barone.

Que 6,7,8, Barone, Wirtz y Lanata se arreglen entre ellos. Lo peor viene a continuación.

Lanata dice estar muy preocupado. Los chicos, los jóvenes, dice Lanata, son la causa de su desasosiego. Entonces, el plano de cámara enfoca a un grupito de chicos que presencian, en silencio, el editorial de Lanata. “Me preocupan los chicos: porque la historia que le están contando es mentira. El tipo que te dice que tomando un colegio se está haciendo la revolución te esta mintiendo, te está forreando: así no se produce ningún cambio, los cambios se producen laburando en serio.”

Curioso, Lanata coincide con Eduardo Feinmann en la criminalización de la protesta estudiantes por las paupérrimas condiciones edilicias y estructurales a las que deben someterse. ¿Le molestará a Lanata la participación de la juventud en política? ¿Le molestará a Lanata esta juventud que renace y se acerca a la política como un claro emergente del Kichnerismo? (aunque en el caso de la toma de colegios se trate de una composición más heterogénea y menos involucrada).

Hay más. A medida que transcurre el discurso, Lanata se muestra más apesadumbrado. Las manos en gesto de súplica y el gesto compungido, sobreactuado: “Por favor no empecemos con esta pelotudez setentista del hombre nuevo, que en el fondo es una idea de la Biblia. Que al Che le habrá llegado por su mamá católica me imagino. Pero es una idea BIEN católica (lo subraya).”

En el paroxismo de lo inentendible, Lanata pega con los puños de la triple A y azuza con argumentos de Saramago. Todo de un tirón. Todo junto. Todo revuelto.

Hay más derecha. Más clichés vacíos producidos por el discurso hegemónico. Más, estatuquismo. “Me llama un amigo y me dice `el mundo está hablando del Mini Cooper y Cristina nos quiere vender un Torino´. Me encantó la frase. Porque es tal cual.”

Y el broche de oro llega con la entronización de la cipaya teoría eurocentrista que representa el desprecio por lo argentino. “Quiero que lean como nos ven en el exterior. Hoy, hay un excelente artículo en el diario El País sobre Argentina y Maradona. Porque en el exterior se nos cagan de risa.”

La nota a la que hace referencia Lanata se llama “Maradona como metáfora de la Argentina” y en la que además de destrozar al ex DT de la Selección Nacional, culpa a Néstor Kirchner y Cristina Fernández de construir un país vergonzoso basado en argumentos rancios, neoliberales, estadísticas falseadas y una concepción neocolonial no sólo sobre la Argentina sino sobre toda Latinoamérica.

Antes que baje el telón, el cenit: “O será que estamos gobernados por una pareja Real, autocrática en medio de una sociedad cada vez más autoritaria donde todos gritan.”

Aquello es el desprecio feroz por este tiempo donde “todos gritan”. El eufemismo esconde la realidad: si todos gritamos, es porque todos tenemos algo que decir. En realidad, todos hablamos. Aportamos, opinamos. PENSAMOS. Debatimos.

Claramente, hoy Lanata es parte del conservadurismo, del estatusquismo. Es el ataque obtuso a este tiempo, y es la defensa cerril de otra época donde la palabra era de unos pocos y el consenso bobo consagraba a líderes de la opinión publicada mientras los poderes reales desguazaban el país, el Estado, la Nación, lo argentino, lo popular.. Ese es el tiempo que parece añorar Lanata.

TROTSKISMO. En el blog ambalivabal.blogspot.com hay colgado un post sobre los “troskos”. Escribe Marisol de Ambrosio, la administradora del espacio: “Creo que para entender a los troskos habría que meterse un poquito con Lacan o algo así, porque estos son especímenes de naturaleza diferente, porque el inconciente colectivo de ellos responde más bien a una situación de placer encontrada a partir de la negatividad social. Es decir, es un placer, un goce inconciente que se manifiesta en la práctica cuando se niegan a negociar con Caletti, o cuando dicen que el capitalismo es una mierda, una basura y estamos y estaremos oprimidos. En el fondo saben que su "lucha" jamás va a hacerse porque esa situación de felicidad, es decir, el triunfo de la ideología troska (en el caso de la revolución obrera que tanto auguran), no es una situación de placer. Corrijo lo anterior: ellos están (inconcientemente) dispuestos a hacer lo imposible para que ese triunfo no sea un hecho: no negocian, se dividen, deciden todo con un micrófono en asamblea, históricamente, es así. No hay nada mejor que pedir imposibles para gozar con lo negativo. Y lo hacen bien: sacan el 2 por ciento a nivel nacional."

El “troskismo” de Lanta queda expresado en la forma de ejercer su trabajo en este tiempo histórico donde se pone en juego la reestructuración medular de los poderes (mediáticos, económicos, políticos); un tiempo inentendible y maquiavélico para muchos actores de diversas esferas; para aquellos que supieron marcar la agenda a partir de verdades reveladas que hoy son puestas en discusión; un tiempo donde el consenso dejó de ser “tótem y tabú” (leer a Eric y Alfredo Calcagno al respecto); un tiempo donde se debate; un tiempo de “crispación”. No entienden, claro, que desde este clima y desde esta disposición para las batallas culturales, sociales, económicas y políticas sólo puede nacer un país mejor. No lo entienden. No lo quieren entender. Lanata no lo entendió. Y está allá, del otro lado. Más cerquita de la cosmovisión de las corporaciones y el consenso bobo, dentro del cual él era estrella. Eso, pues, le otorgaba cierta superioridad moral (autoproclamada solapadamente y ratificada por ciertas clases medias).

La superioridad moral, el elixir que persiguen los troskos y que parece añorar Lanata, está implícita en una oposición cerril al poder del gobierno (de este y de cualquier otro) porque la política, en sí misma, sería una maquinaria burocrática pletórica de corrupción. El troskismo de Lanata admite por contraposición natural, que el contrapeso al supuesto poder totalitario y corrupto del Estado es el periodismo y los periodistas. El poder de las corporaciones (todas ellas) es la contrafigura del poder “malo” del gobierno o el Estado, según parece entender en este tiempo el creador de Página/12.

¿Lanata es un trosko-mediático? (no por ideología ni por praxis, sino por lo obtuso de su posicionamiento político-periodístico actual). Su goce estaría en el orden de ser el representante progre de la sociedad en los medios: en los finales de los 90 y principios de este siglo, Lanata cristalizó aquello porque el tiempo histórico lo puso ahí. Desde el denuncismo, el honestismo, la moralina se entronizó subido a un periodismo mediocre. Con eso alcanzaba.

Ahora este tiempo histórico, que comienza a elevar el techo en todos los ámbitos, devuelve a Lanata al llano porque el periodismo y la comunicación comienzan a reestructurarse a partir de nuevos paradigmas. Entonces, Lanata ya no es representante de nadie. Ni siquiera del gorilaje reaccionario. Es un desclasado.

Papel Prensa es un caso paradigmático: el tipo se la pasó, desde la abstracción de ese lugarcito tibiecito que representaban su programas en los 90 (él sabía que llegaba hasta ahí, que no podía motorizar cambios reales pero sí convertirse en el héroe de Doña Rosa; por otra parte, también es cierto que su papel como periodista no implica, necesariamente, generar cambios) batallando (?¿?¿) contra el monopolio. Hoy, cuando la decisión, la convicción y la fuerza política del gobierno ponen contra la pared a Magnetto, Lanata está allá, del otro lado.

Su goce, como el de los troskos, no está en la dimensión de conquistas colectivas sino en la superioridad moral. Superioridad que él seguramente sentía cuando "denunciaba" a Ménem o le "pegaba" a De la Rúa: se sentía líder de una vanguardia.

Ahora, caído el dogma que elevaba al periodismo y a los periodistas estrellas a la altura de guardianes sacrosantos de los derechos colectivos, Lanata es uno más. Es alguien que habla. Nada más. Ahora, quien garantiza los derechos es un Gobierno potente y con decisión y capacidad política. Lanata nunca lo creyó posible. Por eso, ahora, casi siempre juega con la corporaciones mediática.

1 comentario:

gem dijo...

Creo que vimos a un progre donde no había nada mas que morfi y cigarrillos, solo una persona que no tiene constancia para convivir y cuando se dispuso q no podia fumar mientras se televisaba el programa, te muestra la falta de conciencia.
Recuerdo a Lanata cuando llegaba a EZE en Helicoptero, los empleados de aerolineas y Austral que estabamos en el edificio pensabamos que venia a estar de parte de la causa, ya que American e Iberia tramaba plan nefasto para los trabajadores, pues no el quedó en medias aguas, solo informaba, ahora quien le pagaba el helicoptero para q espectacularmente bajara allí???? estuvo tbn en Crónica y...? q pasó... esta detras del SOLDI, ahora escuche q le ofrecieron ser editor general de CLARIN looool, vendido, arrastrado, mafioso.