viernes, 23 de julio de 2010

GOOD MORNING STARSHINE

Psicodelia de viernes. O psico-D`Elia de finde. 
Una historia de ¿amor? Un producto marca registrada de nuestro amigo Daniel "The Dead" Cajade.

34° en la playa. Debe haber un promedio de tres personas por metro cuadrado. Ya fue, me meto al mar así me saco toda esta transpiración del cuerpo. Pero adentro del agua está lleno de gente. Cada vez que viene una ola te chocás con una vieja, dos pendejos y un pelotudo en tabla. Salgo del mar más fresquito pero en dos minutos ya estoy chivando de nuevo. Uno de los chicos propone armar un picado por allá atrás donde la arena está floja. Y dale, por lo menos ahí no hay gente… además, más calor que esto no se puede tener. Ganamos. Recubierto por una fina capa de saliva, sal y arena, esquivo a la multitud y me zambullo en el agua helada. En la orilla, uno de los pibes está preparando un rico pajarito. 65 % Paso de los Toros Pomelo, 35% Smirnoff. Ataco sin piedad.


- ¡Boluuudo que bueno que está!


- Pará animal que tiene mucho vodka, te vas a reventar.


- Esto no tiene nada…


- Pero paraaaa que el pajarito te pasa factura más tarde, vas a quebrar!


- ¿Cuanto falta para el partido?


- Y arranca en 40 minutos.


- Vámonos a la mierda boludo que no llegamos ni en pedo, me quiero bañar.


- Andáaa pajero, no seas pelotudo… ¡vas a la cancha! Además, sino, cuando vuelvas del partido te vas a tener que bañar de nuevo y no vamos a hacer tiempo para salir.


Nos subimos al auto y encaramos para el Minela. La calle está minada de coches que avanzan a dos por hora. Se ven banderas rojas y blancas por todos lados y los bocinazos me empiezan a cebar. El pajarito comienza a invadirme y bueh… saco la camiseta por la ventanilla yo también. Desde los otros autos se escuchan violentos reguetones que comienzan a darle forma al sábado nocturno.

Faltan cinco minutos para que empiece el partido y estamos a tres cuadras. Le propongo a Benja que hagamos un trote, sino nos perdemos la salida del equipo. Dejamos el auto y le metemos. Llegamos justito, sofocados por la humedad y el calor, con la frente empapada y las axilas patinosas. Me retumba la cabeza, mitad por el pajarito y mitad por los bombos que tengo a dos metros. Empiezo a sentime mareado pero la salida es espectacular. Más de diez mil personas cantan y saltan al ritmo de la batucada y yo no soy menos. Empieza el partido y sigo saltando y cantando. Ahí nomás me saco la remera, que empapada de sudor ya se me había pegado como una calco a la espalda. Rexona me había abandonado hacía ya varias horas. Me siento como esos gordos desagradables que enfocan en los entretiempos de los partidos. Y que bien se siente… Me pongo una vinchita demasiado bala, pero que me ayuda a soportar mejor el calor. A esta altura ya exfolio vodka por los poros.

Termina el primer tiempo y Benja me sugiere ir por un paty. “Dale”, le digo hasta que me doy vuelta. Y ahí está. Es ella.


¿Que mierda tiene que hacer ahí? Tendría que estar en La Plata, o en Salta, o veraneando por los lagos del Sur de mochilera, o en Brasil… o en la re concha de su hermana. Pero no. Estaba en Mar del Plata.


¡Hija de mil puta… Hacía más de un año que no la veía!


¿Qué mierda tiene que hacer ahí? Tendría que estar en los asientos descubiertos, o en la platea techada o en cualquier otro puto lugar de la tribuna popular que mide setecientos cincuenta mil metros cuadrados. Pero no, está dos escalones atrás mío, en la misma fila que yo.


Sonriente, sentada con las patitas cruzadas; de jean y ojotas, con una remerita musculosa blanca que le hacía juego con… pará, pará… a ver si me explico… porque me parece que no quedó demasiado claro… es ella. Ella, la mismísima. No una ex, ni una aventurita pelotuda, ni un gatienzo esporádico, ni una vecinita que me había arrebatado la púber virginidad… ¡no! ¡Pelotudeces no, hermano! Es ELLA. La ella de las ellas.

Y ahí está todavía sentada, como si nada, cagándose de la risa de vaya a saber uno qué. Lleva el pelo prolijamente recogido con unas hebillitas invisibles y la cara un poco como rara. No se si no la reconozco o es que no la quiero reconocer. Me parece que es porque está más flaca que la última vez que la vi, como más linda todavía.


Si antes estaba transpirando, ahora soy una catarata. Quedamos de frente. Me mira. La miro. La tengo que saludar, sino quedo como un imbécil. Son segundos, pero parecen horas. ¿le doy la mano? Si, dale bobo… dale la mano y quedá como el pelotudo más grande del siglo. Le tengo que dar un beso. Ya fue.






Me agacho un poco y me acerco… con una sonrisa nerviosa nos saludamos. Se detiene el planeta. Mientras me invade un dulce perfume, no puedo hacer otra cosa que pensar en el olor a perro mojado que tengo. Vuelven a mi cabeza el picadito de fútbol en la playa, el baño en el mar, la ingestión estrabodélica de vodka. Me empieza a picar la oreja derecha llena de arena, pero me la aguanto. Hace mil que ya no me molestan mis hedores… debo apestar a borracho de bar, mezclado con cebolla y culo lleno de pelusas de verdulero.


Hay contacto. Las caras se pegotean -100% culpa de mis lixiviados sudoríparos- y se vuelven a separar. Me parece que le mojé la cara. Imagino un zoom de 100 X de la escena: los granos de arena que llevo pegoteados en el cachete, se estrellan contra sus mejillitas apenas coloreadas por el sol, produciéndole quemaduras de tercer grado.


Me tambaleo un poco -100% culpa del pajarito- y por fin me incorporo. Me pregunta no se qué carajo, a lo que le respondo no se que mierda. La saludo con un gesto amable y huyo despavorido de la tortura mental.


Mi cabeza está en otro lado, me paso la mano por la frente y me raspo con la arena a pesar de la baba de chivo que la recubre. Se me traba el dedo en el pelo. ¡¡¡La vincha bala!!! Qué hijo de puta que soy… me había olvidado… ¿algo peor? escucho mi nombre a lo lejos, Benja me llama desde diez escalones más arriba.

- ¿Y esa mina quien era? Capo… ¡no puede estar más buena!


- See, vamos a comer… - le respondo con el contestador automático… y me voy pensando en que la vida, cuando quiere, puede ser muy, pero muy hija de puta.




BONUS TRACK
Un bonus a medias, porque no encontramos lo que queríamos. Busquen el capítulo de Los Simpson (de la temporada 1997) "The Springfield Files". Al final, todos los ciudadanos (que término más republicano ¿no?) de Springfield cantan esta canción. Florenciaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!

2 comentarios:

il Postino dijo...

alta crónica. "Imagino un zoom de 100 X de la escena: los granos de arena que llevo pegoteados en el cachete, se estrellan contra sus mejillitas apenas coloreadas por el sol, produciéndole quemaduras de tercer grado. "

desde el arco dijo...

Increible relato de un goleador nato....