jueves, 15 de marzo de 2012

Cenicienta hubiera recibido su notebook

                                         Preciosa. Gabourey Sidibe, protagonista de la película Precious.

Ensayo del amigo y compañero Juan Griss.

“No basta ser el último para ser alguna vez el primero”, rezaba Borges en un texto que parafraseaba al bíblico Mateo.

Desde chicos nos vemos apretados por frases como “Te lo ganaste, Juancito”, “Te lo merecés”, y uno, ya hecho Juan, crece convencido de que el mundo es justo como mamá; que aprendimos cosas en la escuela porque vencimos a la maestra; que la piba nos dio bola porque vio nuestro interior; que conseguimos una mano de la tía Berta para entrar en el Ministerio porque ella notó que nos lo merecemos. Entonces resulta que el mundo responde a un karma inmediato. Mateo nos juró por Dios que son Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Hoy, mañana, ¿qué importa? Lo serán. Para el pensamiento burgués cristiano no hay nada más cómodo que explicar su cosecha por una buena siembra, de la que está plenamente orgulloso. Pero no se acuerda cómo llegaron esas semillas a sus manos. Y cuando no hay cosecha, no es por el invierno, incontrolable, él sospecha que le mearon la tierra unos gatos vagabundos. Entonces llora, pero llora de mentira, llora porque no sabe cómo volver a hacer para conseguir semillas, porque no sabe de dónde vinieron las que plantó. Y de pronto se le viene a la cabeza Cenicienta: que sin comprar semillas cosechó un palacio y un trono a lo grande. Y se renueva su esperanza. Y recuerda las palabras de mamá: te lo ganaste. Y rememora sus logros: las notas del colegio, la pibita hermosa e inalcanzable que le dio bola, su laburo en el Ministerio… Pero se olvida que su educación no es solo producto de su esfuerzo, que no venció a la maestra, porque no luchó con ella; olvida que la pibita le dio bola porque nació discretamente lindo, no como su compañero de banco, el bizco García; olvida que en el Ministerio lo acomodaron. Olvida que la vida no es justa, que Cenicienta es un cuento de hadas, que ser el último no basta para ser alguna vez el primero, que para salir del último lugar se necesita ayuda. ¿Qué hubiese sido de Cenicienta si no se le aparecía un hada madrina que le diera su hermoso vestido y sus zapatillas de cristal? 

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