sábado, 9 de julio de 2011

El juego de las diferencias en La Plata: de Kirchnerismo y vecinalismo

La puja por la intendencia de la ciudad de La Plata está reducida a dos candidatos que son expresiones de construcciones políticas que están en las antípodas, a pesar que ambos confluyen dentro del peronismo kirchnerista. A pesar de la supuesta proximidad en la procedencia de ambos candidatos, la conducta, el discurso y la praxis política que mantuvieron en los últimos dos años son elementos que construyeron una grieta insalvable entre estos dirigentes. Esos mismos elementos son, al mismo tiempo, los que definen taxativamente el lugar ideológico y de pertenencia en el que se ubican. El centro de este universo es el Kirchnerismo conducido a nivel nacional por Cristina Fernández de Kirchner y, en el juego dialéctico y en la práctica cotidiana que definen la proximidad al epicentro (lo que implica beneficios materiales y simbólicos vitales) uno de los dos emerge como un representante genuino del ADN K, mientras el otro surge como un dirigente oscilante y oportunista cuyo camaleónico olfato lo permitió permanecer en el espacio -aunque sea en los márgenes- gracias a formalidades administrativas y al pragmatismo que suele imperar en coyunturas electorales.


Estos dos dirigentes son Guido Carlotto, senador provincial y kirchnerista puro; y Pablo Bruera, actual intendente y vecinalista-autonomista que fue beneficiado con la boleta oficial del FPV por ser el titular del partido Justicialista.

En las últimas horas, tanto Carlotto (el jueves en el centro de la ciudad) como Bruera (el viernes en el camping de UPCN en las afueras) lanzaron sus candidaturas. Los matices que definieron ambos actos son, a la postre, herramientas que ayudan a iluminar la engorrosa trama de discursos, operaciones mediáticas y costosas campañas publicitarias en la vía pública que, en los últimos meses, pretendieron imponer rótulos y pertenencias ficticias en el espacio kirchnerista de la capital provincial.

El jueves a la tardecita, Kibo Carlotto organizó un acto en el que se rodeó del actor político que es el principal emergente del kirchnerismo: la juventud. Los espacios juveniles que confluyen en el espacio que conduce el Senador provincial (desde La Càmpora al Movimiento Evita, pasando por agrupaciones históricas de la ciudad como el Ateneo Jauretche o las más recientes como la Juventud Platense para la Victoria) organizaron un recital en el que tocó la Mancha de Rolando y también Carlotto (se sumó en los últimos dos temas del show y tocó como segunda guitarra en Calavera y Arde la Ciudad) que sirvió como iconografía para lanzar la campaña y presentar la lista de concejales sub-40 que Carlotto diagramó en consonancia con Cristina Fernández de Kirchner (cuando se reunieron el 19 de mayo pasado, la Presidenta le pidió al postulante que le siga abriendo espacios a la Juventud).

En el discurso que brindó en esa oportunidad, el hijo de la titular de Abuelas de Plaza de Mayo Estela Barnes de Carlotto, afirmó que el acto era una forma de rendirle cuentas a Néstor Kirchner. “Néstor, donde quieras que estés: nos comprometimos a conseguir la unidad del Kirchnerismo de La Plata y acá está, cumplimos. A mis costados se encuentran los mejores representantes del kirchnerismo. Con estos jóvenes voy por adentro, por afuera, por arriba o por un costado”. Abajo, uno 3 mil pibes-militantes-potenciales cuadros hacían arder la ciudad subidos a consignas de genética kirchnerista como el clásico “Noble/Magnetto/devuelvan a los nietos”. “Claro que si, devuelvan a los nietos”, asintió Carlotto desde el estrado, mientras Estela se emocionaba a su lado y una enorme bandera del Movimiento Evita parecía relucir con más fuerza: “En La Plata, Bruera es Clarín”.

En la misma alocución, Carlotto profundizó la simbiosis con los pibes que cantaban allá abajo: “Yo soy argentino/soy soldado/del Pingüino”, bramaba la marea. Y el candidato afirmó y redobló la apuesta: “somos soldados del Pingüino y de la Presidenta”. Kirchnerismo al palo.

Un día después, lanzó su candidatura el actual intendente con un acto pletórico de tópicos peronistas neoliberales (de esos que de peronismo sólo tenían la masividad, en ese tiempo donde los enemigos del pueblo vaciaron de contenido al Movimiento y lo pusieron de rodillas, servil a sus intereses de la mano de traidores monumentales como el ex presidente Men…): un aparateo excesivo, muy poco de militancia convencida y apasionada, y un discurso bien lavadito y ambiguo: paradoja central, Bruera no mencionó ni siquiera una vez a Cristina Fernández de Kirchner. Tampoco al gobernador Daniel Scioli. Lo que sí abundó en ese discurso fueron latiguillos vecinalistas que construyeron un relato vacío de ataduras a terminales nacionales o provinciales, un relato desprovisto de elementos colectivos.

La frutilla del postre: como el actual intendente optó, a lo largo de sus 4 años de gestión, por comprar punteros y fabricar movilizaciones jugando con la necesidad de los vecinos (una vez más, la réplica de usanzas anacrónicas ligadas a la época de traición flagrante al pueblo peronista) en vez de construir militancia real, el acto estuvo copado por los barrabravas a sueldo de Gimnasia y Estudiantes que son su fuerza de choque y su actor “militante”. Claro que los barras responden sólo a sus intereses económicos y, entonces, decidieron dirimir esas internas a los tiros en medio del acto. Vecinalismo (del malo) al palo!

En La Plata, las diferencias son claras y las pertenencias, explícitas.

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