sábado, 11 de junio de 2011

"Vuelos" de la muerte

Por *El Movilhéroe 

La droga es un viaje de ida que conduce inexorablemente a la muerte y sin embargo, hace ya algún tiempo, se viene barajando la idea de su legalización; que es la legalización de la muerte; la legalización de los viajes de ida. Viajes de los cuales para volver no es un pasaje lo que se necesita. Es como viajar a Wisconsin en avión y tener que volver caminando.



Aquellos que fuman marihuana suelen repetir con insistencia: “estoy re volado” o bien “estoy volando”. Pero claro, el parangón al que mi análisis me remite es que esos vuelos que experimenta el consumidor son los verdaderos “vuelos de la muerte”. Pues lo que estos niños no saben es que al convertirse en drogadictos se están convirtiendo en adoradores de su propia muerte. Y quien paga un pasaje de ida hacia su muerte es capaz de pagárselo a cualquiera, convirtiéndose así en asesino. Y como tales deberían estar presos. Y si las cárceles rebalsan de delincuentes, pues que las villas sean demolidas y en su lugar se erijan estos templos de la seguridad. Con esta medida, no solo se mejoraría ese paisaje que a todos nosotros nos contamina la visión, sino que además se ahorraría en nafta para el traslado de reclusos.


Si usted tiene un hijo que fuma marihuana haga la denuncia en la comisaria más cercana, antes de que cometa un crimen. Más vale niño preso y sin drogas que un asesino suelto.


El principal pretexto para legalizar los “vuelos de la muerte” es que de esta forma se terminaría con el narcotráfico. Pero si lo que nosotros deseamos (claro que el “nosotros“, excluye a aquellos que, en sintonía con el pensamiento del señor Solanas, no tienen capacidad para saber qué tipo de sociedad desean) es una sociedad sin drogadictos, la solución es exterminar el consumo. Sin demanda no hay oferta. La lucha contra el narcotráfico requiere gastos exorbitantes y batallas armadas interminables en las que suelen morir policías, militares y agentes del orden en general. ¿Y todo esto para qué? ¿Para que sigan existiendo consumidores que alienten el tráfico de drogas? La pregunta que debemos hacernos es la siguiente: ¿qué vale más? ¿Un agente del orden o un drogadicto?


En síntesis: sólo hace falta sentido común para exterminar el flagelo del consumo.


*Es periodista, recibido en Academias Majul. En 2010 ganó el premio Marcelo Bonelli al "Periodismo Independiente en Blog y Radios pedorras". Amante de la Moral y las Buenas Costumbres.

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