Stop. Parar. Para pensar, en serio. En cosas que, posta ehh, nos llenan. Nos hacen mejores.
Hacía tiempo que no me ponía a pensar en el Chavón. A pensar en serio, no a nombrarlo maquinalmente cientos de veces al día: en una gacetilla, en una discusión, en un documento, en la columna de opinión del diario, en la radio, en mi casa, en la calle. Vacío.
Pensar en serio digo. Como hace algunos meses atrás, cuando el Chavón todavía merodeaba cada uno de nuestros pensamientos siempre políticos. Cuando recordarlo era sentir estrujarse las tripas, agrandarse el pecho de orgullo y de ímpetu (militante).
Hacía rato que no me pasaba eso. Ya me había acostumbrado a toparme con tipos, con discursos, con situaciones, con problemas, con rosquetas (bien chiquitas eh; de esas internas destructivas al pedo) que sòlo me devolvían una ceretza: que insignificantes que somos todos, comparados con el Chavón (incluso, no comparados con el mito que nosotros mismos hacemos todos los días en tiempo real. Insignificantes en sentido antropológico, sin más). Pero aún en esas instancias, había perdido la capacidad de sobresaltarme, la capacidad de emocionarme con lo zarpado que puede ser un tipo dejando girones de su vida...por la política.
La lógica, la dinámica de estos días te zarandean fácilmente y, de repente, te encontrás ponderando quien sabe que virtudes forzadas de un personaje menor...que es el personaje menor menos menor de los que estamos alrededor de la mesa, y es el mismo que habla con el cabezón de la superestrucura que necesitamos para...un montón de cosas. Y, así tan fácilmente, resulta que la pasión y la emoción y los desafíos y las utopías y el límite de lo posible corrido más allá por obra y gracia de un loquito (la audacia y el cálculo, no?)...y todo eso? dónde quedó?
Y todo eso está ahí. Antropomorfizado en esos ojos estrábicos y esa nariz prominente y esas zetas que se cuelan en las eses, en esa retórica atolondrada aunque pletórica de audacia, de voluntad y de densidad política. Y todo eso está ahí, en todos lados. ¿Cómo peleaa contra un mito? Contra un mito que nos creemos, encima.
Por suerte, siempre estará ahí para bajarnos y para mostrarnos la pequeñez y la grandeza en sus dimensiones reales y en los lugares adecuados.
Y aunque sea de pedo, siempre nos podemos encontrar otra vez con ese sentimiento denso, pesado, interno, furioso que impulsa el pensamiento y la acción.
Aunque sea en esta imitación, quizás craneada para hacer daño y para ser funcional al enemigo. Pero no puedo dejar de pensarlo jodón, gracioso...e hiperactivo, rosquero, pensando maldades (para los "otros"), genio, corajudo, caprichoso..."caprichoso", ¿no?
Me gusta esta imitación. No se.
Te extraño. Te extrañamos Chavón.
1 comentario:
no me gusta la imitacion, no me gusta nada de tinelli, pero si, extraño a nestor, nunca me paso con ningun politico que haya conocido, lo extraño porque era todo lo que yo quiero en un politico,nunca pense que iba a conocer a alguien asi.
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