J. P. Feinmann: “Ser gorila es ser antiperonista antes de pensar el peronismo”
Por Eva Quijano
El olor a café y las masas finas que ofrecían en una barra en el fondo del salón eran el complemento perfecto para la elegancia del Jockey Club y una tarde fría de otoño en la ciudad de La Plata.
La conferencia fue el cierre del primer día del congreso “Peronismo-Kirchnerismo” que organizó el Movimiento Manuel Dorrego. Dos pantallas grandes, a cada lado de la mesa del disertante, acompañaría con dibujos y frases el relato del encuentro que se titulaba “Antiperonismo: Casa Tomada”.
Una hora más tarde de lo estipulado, llegó el hombre de cuerpo robusto, nariz prominente, labios finos, anteojos redondos y pelo revuelto. Entró Feinmann, JP, José Pablo, “el bueno”, como suelen distinguirlo de sus familiares algo lejanos.
El chabacano aspecto del filósofo no desentonaba con la paquetería del salón, por contrario su presencia lo convirtió de pronto en un ambiente más afectuoso y natural. Fue recibido con aplausos y hasta algunos gritos de sus admiradoras, la mayoría de entrada edad.
Al sentarse, el conferencista hizo pública su molestia por la luz blanca que lo alumbraba de lleno en la cara. La apagaron impidiendo filmar el discurso y la cámara mutó la dirección hacia una de las pantallas que mostraba los dibujos de Rec, conocido dibujante y humorista gráfico.
Luego Feinmann dirigió su mirada al Ministro de Educación de la provincia, Mario Oporto, y le dijo: “No te pregunte cuánto querés que hable”. A lo que el mandatario contestó con un movimiento de mano, traducido en un que siga tranquilo ya que no había límite de tiempo alguno; respuesta que le gustó mucho al filósofo bonaerense que suele hacer alocuciones bastantes extensas.
Este personaje nocturno, duerme de día y vive de noche, comenzó por explicar el sentido que tenía el nombre de la conferencia. Habló de dos cuentos: “Casa tomada” de Julio Cortazar y “Cabecita Negra” de Rozemmacher que utilizan la casa como metáfora del país en los años 40.
Los relatos narran de distinta manera cómo la residencia es invadida por las personas de clases bajas, los pobres, la “chusma”, los “cabecitas negras” e inmigrantes internos en la época del peronismo. Los dueños, en ambos casos, están representados por personas de clase alta, de la oligarquía y la burguesía porteña.
“La oligarquía es algo incestuosa. Es un gobierno de pocos y tienen que arreglárselas entre ellos” afirma JP principalmente en relación al texto de Cortazar que son dos hermanos que viven en la misma casa heredada.
El pánico se apodera de la clase oligárquica cuando su propiedad (metáfora del país), construida en base a sus ideales, sus intereses políticos y económicos y a sus ideas europeizantes, está siendo arrebatada. Aquí el filósofo afirmó que ante este fenómeno social, la respuesta de la clase alta siempre fue crudamente violenta.
“En la historia lo que rige es el principio de incertidumbre de Heisenberg, es decir, el azar, no hay necesariedad en el devenir de la historia”, aseveró Feinman. A pesar de esta aclaración, realizó un breve recorrido histórico de Argentina para demostrar que en varias oportunidades sucedió este acontecimiento similar al de “casa tomada”, según la visión de cierto sector de la sociedad.
En tiempos donde los federales eran un problema enorme para la elite de ese entonces y constituían una amenaza incesante para los unitarios, también regía la metáfora de aquellos cuentos. El día que los caudillos de la Mesopotamia llegaron a Buenos Aires y ataron sus cabalgaduras en la pirámide de Mayo (como cuando los peronistas lavaron sus patas en al fuente ese 17 de octubre), estaban “tomando la casa” que pertenecía a la clase acomodada argentina.
Posteriormente, Manuel Dorrego fue protagonista de otra etapa de este estilo “usurpador” como se caracteriza en los cuentos. Ese héroe independentista que trataba con los caudillos del interior era sumamente peligroso y había que eliminarlo porque atentaba con ciertos intereses de la oligarquía vinculada a los capitales extranjeros. De ello se encarga Lavalle y lo fusila.
Siguió destacando ciertos personajes que lucharon por lo nocional y que enfrentaron a las clases acomodadas, elitistas y europeistas. Esos caudillos que atacaron directamente los intereses oligárquicos y priorizaron los del pueblo argentino. De esta manera resaltó la figura de Rosas y de Perón, grandes “ocupantes” de esta casa celeste y blanca.
Subrayó también el exilio de estos dos personajes y contó una anécdota con Juan Manuel Abal Medina (padre) que al comentar este mismo hecho, le dijo: “Ese apego a la vida!” que tenían estos protagonistas de la historia argentina. Esta afirmación era compartida por José Pablo que confesó que cuando ve la foto de Salvador Allende saliendo de la casa de gobierno con casco y una ametralladora dice: “La p... madre! Ni un líder como este tuvimos, la J P no tuvo ni un solo líder como Allende o como Correa que decía ‘vengan, mátenme’”.
Mientras transcurría la conferencia, las caricaturas de Rec distendían y generaban risa en el público y en el mismo Feimann que lo elogió en varias oportunidades.
El relato del intelectual continuó con el peronismo, su excepcionalidad histórica, sus contradicciones pero sobre todo hizo hincapié en los 18 años de “antiperonismo furibundo” en los que gobernaron los militares o civiles puestos por militares. Feinmann aseveró que el origen de la violencia fue establecido por los bombardeos en plaza de Mayo en junio del ’55 y por el decreto de proscripción del peronismo que amordazaba al movimiento mayoritario que adhería a Perón.
“Era una estado gorila. Gorila es cuando en lugar de ser antiperonista, es decir, objetar cosas del peronismo y no adherir a él, se lo cuestiona en su totalidad y prejuiciosamente. Es ser antiperonista antes de pensar el peronismo. Entonces ser gorila es cosa de piel, casi instintiva y es también racista. Es ser antidemocrático porque se odia al de abajo, al de piel oscura, se odia al pobre”. Esta es la definición que el filósofo dio sobre ese antiperonismo furibundo que castigó durante 18 años al pueblo argentino.
Pasada hora y media de la conferencia, llegó al 2003. Sin explayarse mucho en el período, recomendó solapadamente su último libro “El flaco” donde relata sus encuentros y diálogos con el entrañable ex presidente, Néstor Kirchner.
Comentó algunas anécdotas que se detallan en el texto y subrayó la frase que para él definió la presidencia de “el flaco”: “yo no voy a reprimir”, y así fue. Hizo alusión a los que, por contrario, piden mano dura en Argentina y afirmó que son las mismas personas que generaron esa violencia y delincuencia en los ’90 al llenarse los bolsillos unos pocos. También hizo referencia a Mariano Ferreira, “el muerto que le ‘tiraron’ a Néstor, una injusticia que lo terminó matando también a él”.
Según el orador, Néstor y Cristina han sido transformados en una pareja de propaganda de shampoo, lo que le parece insultante para semejantes políticos. “No hay que idolatrarlos, nadie es perfecto y los defectos humanizan a las personas” afirmó José Pablo. Eso es lo que intenta en su libro, relata esos diálogos con “un hombre cálido, sencillo, un tipo bárbaro” como lo describe, mostrándolo tal cual era.
Por último hizo un encarecido pedido de no usar armas, de no ejercer la lucha armada y a viva voz demandó: “Voten Cristina Fernández de Kirchner que es LO MEJOR QUE TENEMOS!”. Estalló el aplauso unísono del público y terminó la conferencia.
1 comentario:
LEI EL FLACO, ME ENCANTO,ME GUSTA J P FEINMAN, UN GRAN ESCRITOR.
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