lunes, 7 de marzo de 2011

EL SECRETO DE SUS OJOS: KARNAVAL



El gesto inconmovible es una falacia flagrante; el cuerpo tieso y la movilidad limitada al extremo conforman una foto mentirosa. Pero al hacer con la vista un plano detalle (en cine es aquel que recoge una pequeña parte de un cuerpo u objeto) para fijarse minuciosamente en esos ojos, en el secreto (revelado) de esos ojos, entonces la postal se convierte en un reflejo ideal.

En una paradoja cósmica o lisérgica o peronista y/o Kirchnerista, eso que reverbera en la mirada de ese cuerpo rígido por fuera (pero que retumba, truena y centellea por dentro) es la continuidad de aquello que expresa con vigor y plasticidad delirantes ese clown murguero que danza extasiado, poseído: si el baile -cabriolas de una potencia nuclear en fina sintonía coreográfica con el sentimiento popular- impresiona, lo que realmente cataliza es la gestualidad de ese rostro maquillado con un blanco impoluto que contrasta con esa sonrisa dionisíaca, con esa mirada que derrocha disfrute orgiástico al bailar.

El anciano de 70 años confinado en una silla de ruedas, y el joven murguero que derrocha vitalidad por los poros comparten un secreto a voces que se expresa como una certeza fulminante en sus ojos, cuando el Karnaval para Todos reúne a la madrugada y sobre la rambla de diagonal 79 de barrio El Mondongo a militantes de agrupaciones kirchneristas (la inmensa mayoría, jóvenes que se acercaron a la política cuando el grito cipayo de las cámaras patronales de los agro-negocios junto al dispositivo de medios hegemónico opositores intentaron golpear al gobierno nac&pop de CFK), con vecinos sexagenarios que, 50 años atrás, eran unos niños que en ese mismo lugar disfrutaban del Carnaval que luego desaparecieron los exegetas del orden implacable, derechos y humanos; los hijos de esos vecinos con los hijos de los militantes y los nietos de esos viejitos (ahora dignificados con una jubilación menos injusta y actualizada, por ley, 2 veces por año) para completar una parábola que es un signo de estos tiempos en los que la reinstalación de la político como herramienta de transformación no sólo posibilita un país menos desigual y más inclusivo, sino que generó un debate cultural revisionista sobre el que se está gestando la resignificación positiva de lo popular, de lo argentino.

El débil repiqueteo del bastón contra el suelo, la única expresión física de ese viejito de espíritu fiestero, o las acrobacias inverosímiles del joven murguero se juntan en una especie de choque cósmico, en un Big Bang posmoderno que tiene como banda sonora al grupo de cumbia Clase K y como iconografía residual el barrio El Mondongo que luce el espíritu carnavalesco de antaño mezclado con las consignas y las banderas de la militancia de hoy.

No hay comentarios: