miércoles, 28 de octubre de 2009

Independiente vuelve a su casa


Sin embargo el lugar es el mismo de siempre, el mismo suelo desde 1928...los olores están ahí, imborrables; los duendes de los recuerdos, los gratos y de los otros, no dejan de arrebatarnos ante cada mirada fascinada hacia la magnífica obra nueva que hoy se levanta en el lugar de aquella otra que hoy es historia, pero que también marcó las altura de su época 80 años atrás.
La emoción roza el paroxismo y nada (o poco) tiene que ver la magnificencia del estadio. Lo que despierta la nostalgia filial y la identificación sanguínea es algo más profundo que un montón de cemento y hierro y vidrio y pintura y el sentido estético de la construcción: es que en ese mismo lugar, a pesar de ser ahora tan diferente pero que conserva los olores y los recuerdos que vertebraron una parte de tu vida, forjaste una buena parte de tu sentido de pertenencia, gracias a esa irracionalidad mística argenta que encuentra en el fútbol un cacho importante de nuestro ser.
Es que en este lugar, tan distinto a lo que era ayer pero con los mismos olores y los mismo recuerdos flotando en el ámbito, te encontraste por primera vez con los rituales paganos cuando todavía las preocupaciones no existían; te chocaste, casi en un rito iniciático, con una multitud rugiente que espiaste desde lo alto, cuando subías por las escaleras hasta la Cordero y una vez allí, en la cima y con el vértigo hormiguenado en tu estómago, se te abrió como una revelación el escenario mítico que habías imaginado cuando leías El Gráfico o escuchabas la radio: sí, la casa de Erico y De la Mata, de Grillo y Sastre, de Pasotriza y Ruben Navarro, de Artime y Chirola Yazalde, de Pavoni y Pepé Santoro, de Mura y Bernao, de Burruchaga y Alzamendi, de Trossero y Villavede, de Bertoni. De el Gran Maestro Bochini. Ahora era tu casa también.
En este lugar tan distinto pero tan igual, compartiste mosaicos de tu vida con hermanos, con tu viejo y tu abuelo, con tu vieja, con tus primos, con amigos, con conocidos y con desconocidos íntimos y a cada paso, ante cada olor que se cuela y activa la añoranza, sentís que estás en tu casa. Otra vez. Como siempre.


No hay comentarios: