La socióloga de Carta Abierta María Pia López afirmó esta semana, en el marco del debate planteado por los intelectuales de Carta Abierta en relación a la estrategia electoral aplicada en Capital Federal, que el kirchnerimsmo es una fuerza política con capacidad de reinvención constante, que va asumiendo formas y métodos diferentes de acuerdo a los momentos: no es lo mismo del Kirchnerismo del 2003 (desde los discursos y la praxis), que el de 2007, que el de 2008 (luego de la 125) que el de 2009 (después de la derrota legislativa). Siempre, ese poder de reinvención le permitió salir airoso y revertir situaciones e imponer agenda gracias a la decisión política de gestión.
López sostiene que, en este momento, el Kirchnerismo es una fuerza volcada exclusivamente a lo electoral y que veremos su verdadero nuevo pelaje después de las elecciones de octubre.
El 11 de marzo pasado en un abigarrado estadio de Huracán, que sirvió como escenario para un acto convocado por la Corriente de la Militancia en el que la Juventud fue protagonista principal, la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner dijo: "El gran desafío es que el campo nacional y popular pueda institucionalizar; pero no, eso no se hace a través de una ley o de un decreto. La institucionalización de un modelo de país es cuando se hace carne en el conjunto de la sociedad porque visualiza que ese es el camino más acertado como país y como nación.
Para eso hemos debido luchar contra una fuerte subordinación cultural impuesta históricamente por la historia falsificada desde 1810 a la fecha.
Por eso digo que es importante que el frente nacional, popular y democrático construya esta institucionalidad, que también es cultural, de saber contarle a los argentinos, pero fundamentalmente no contarle a partir de relatos de fantasía, sino a partir de que puedan ver, tocar y palpar cada uno de los logros que hemos tenido con nuestros jubilados, con nuestros pensionados, con nuestros trabajadores en las convenciones colectivas de trabajo, más de 1.800, luego de haber estado aplastadas durante décadas".
Lo dicho por CFK le pone luz al análisis de López: lo que viene, luego del posible triunfo en octubre, es la institucionalización del proyecto Nac&pop y la difícil tarea (inédita en este país: ningún proyecto político cumplió 3 mandatos democráticos consecutivos) de convertir ese proyecto en un modelo sustentable y umbilicado con el pueblo durante una gestión sin posibilidad de continuidad.
El trabajo en ese sentido comenzó hace un tiempo bastante largo y tuvo en la conformación de las listas para las elecciones una muestra taxativa. El Kirchnerismo, en tanto fuerza política en sí misma, comienza a delinear los trazos gruesos de su fisonomía en el camino para dejar de ser un frente electoral o una de las tantas expresiones que habitan el peronismo (la más importante y cohesionada, pero una parte al fin), para tratar de convertirse en una expresión superadora que comande la inédita tarea de institucionalizar y "hacer carne en la gente" un modelo Nac&pop que deje de ser un proyecto, y que definitivamente se convierta en el modelo hegmónico (en términos de Gramsci) que marque la huella a seguir no sólo por el kirchnerismo, sino por las fuerzas populares que recojan esta construcción en el futuro.
Para lograrlo se requiere de la fuerza, la voluntad y la capacidad política de la gestión Nacional, replicar ese modelo lo más genuinamente posible en todo el territorio y que, quienes sean los encargados de comandar cada gestión local sean también juglares en la construcción simbólica del proyecto, exégetas del relato Nac&pop. Esto último, para cumplir con la premisa de "hacer carne en la gente" el modelo, es necesario que sea hecho con convencimiento, con pasión, con conocimiento de causa, con épica. Combinar la gestión de calidad con la cimentación de un relato atractivo e incluyente.
EN LA PLATA. La conformación de las listas dejó claro que el próximo será un ciclo que buscará sustentarse en dirigentes con el ADN K, debido a la magnitud de la tarea. A partir de esa intención, la de colocar legisladores y dirigentes territoriales que comulgen sanguineamente con el proyecto nacional, popular y democrático, el Kirchnerismo podría comenzar a definirse como una fuerza política con rasgos genéticos propios. Esa podría ser una manera de dar un salto cualitativo gigante en la búsqueda de la institucionalización del modelo en ciernes.
Aquella es una tarea monumental, que requiere de ingenierías complejas que dejen la menor cantidad de heridos posibles.
En La Plata, el elegido para encarnar esa tarea (al margen de las designaciones formales que dependen del rigor administrativo) es el senador provincial Guido Carlotto, quien reúne las dos características primordiales: es un dirigente ligado a la capacidad de gestionar (fue secretario de Desarrollo Social en el Municipio entre 2001-2003, cuando el país era un fuego; y en la actualidad, desde su banca de senador, se ha convertido en un virtual despacho de ayuda social ante el flagrante abandono que la actual gestión hace de los barrios de la periferia de la capital provincial) y es además un Kirchnerista genético que acompañó a Néstor Kirchner desde 2003, cuyo principal objetivo es "recuperar la ciudad para el proyecto Nacional y Popular que conduce Cristina".
¿Por qué es Carlotto y no el actual Intendente, que todavía posee un caudal importante de votos (consecuencia de un sistema de medios hegemónicos a nivel local que acompaña solapadamente a una gestión más de estilo macrista, por su preocupación por maquillar los sectores urbanos y por garantizar la continuidad de los negocios de los poderosos de La Plata: medios, sistema inmobiliario, tierras)?
Para encontrar una respuesta a aquel interrogante, deben dejarse al margen las rencillas partidarias, las imputaciones y rótulos producto de las chicanas, las disputas internas de las que la mayoría de los ciudadanos no se entera (porque no le interesa a "la gente", o porque los medios dominantes de la ciudad deciden no replicarlo: esa es otra vieja y actual discusión).
Entonces, la respuesta se encuentra caminando por los barrios de la ciudad. "Nosotros somos los olvidados". Así, sin eufemismos, una vecina del barrio Los Hornos le suplicó a Carlotto que "la ayude". La mujer, de unos 50 años, es portadora de VIH al igual que su esposo. La súplica era por una mejora en la recolección de residuos y en el estado de la calle de tierra: es que la deficiente recolección por parte del Municipio y la falta de canastos (falta de presupuesto o voluntad política? Cuánto debería invertir Pablo Bruera para que en los barrios los vecinos tengan canastos para depositar la basura?) generan un amotonamiento de residuos que terminan por conformar focos infecciosos que podrían ser mortales para la débil salud de la mujer. Algo similar ocurre con el deplorable estado de las calles: las ambulancias, el transporte público, los patrulleros generalmente se ven imposibilitados de transitar por estos lugares, dejando a lo vecinos si ese tipo de servicios.
El pedido amargo de aquella mujer no es un grito solitario, sino más bien la expresión de la inmensa mayoría de los platenses que viven en los barrios. No hace falta alejarse demasiado del súper barrido y pintado casco urbano: 20 cuadras más "allá", el panorama es desolador. La ausencia del Estado municipal es aterradora.
Guido Carlotto viene caminando con asiduidad los barrios, y la semana que pasó inició una serie de recorridas sistemáticas, por la mañana y por la tarde. Las carencias, las demandas y las necesidades de los vecinos se replican maquinalmente, casi como si vivieran todos ellos confinados en un mismo ghetto anacrónico, traspolado de crónicas amarillentas de otro tiempo histórico: terribles deficiencias en tendidos de corriente eléctrica, de agua (ni hablar de gas), de iluminación, de cloacas; cero asfalto y calles intransitables; transporte público desregulado, ausencia total de política pública de vivienda y tierra, lo que deriva en el inmoral usufructo de ese vacío por parte de "punteros" funcionales que se apropian de los terrenos y extorsionan a los vecinos; en ese mismo sentido, cooptación territorial mediante amenazas y el poder coercitivo del dinero municipal.
Toda esta situación de desigualdad asfixiante entre el centro que, aunque con dudoso gusto y sin obras de infraestructura importantes, se mantiene impecablemente presentado, y los barrios que carecen de la mayoría de los servicios básicos se da en el marco de una situación de crecimiento, desarrollo e inclusión a nivel nacional. Esa contradicción entre el relativo estado de bienestar que genera el Gobierno Nacional, y la ausencia de infraestructura municipal, se observa taxativamente en gran parte de los barrios platenses: casas humildes pero sólidas, de material, con todas las instalaciones estructurales que florecieron en el último tiempo, conviven en barrios que en los últimos 4 años mostraron retrocesos flagrantes.
El período kirchnerista posibilitó millones de soluciones habitacionales gracias a una inversión récord en obra pública; construyó 2400 kilómetros de autopistas y cientos de miles de kilómetros de asfalto; le devolvió la dignidad a millones de argentinos con la generación de puestos de empleos y con un tendido de mejoras estrucutrales sin precedentes; salud, educación, ciencia y tecnología, jubilaciones.
Para que el proyecto se transforme en modelo, y para institucionalizarlo y que se "haga carne en la gente", es vital replicar en cada territorio del país la gestión del Gobierno Nacional y construir un relato acorde, subido en las convicciones. Por eso, en La Plata, es Carlotto.
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