jueves, 17 de junio de 2010

LA VISIÓN RADICAL DEL BOMBARDEO DEL 55

Las reuniones de producción de los lunes son ásperas. Los acalorados debates acerca del programa de radio, sobre el blog, en cuanto a política o periodismo, sobre sexo y fútbol derivan, muchas veces, en dislates épicos de nula racionalidad o consistencia argumental.

A partir de esas brainstorm despiadadas, a veces, salen disparadores valiosos. La discusión de esta semana sobre ley de medios no llegó a ningún lado pero el debate sobre el bombardeo del 16 de junio del 55 parece que si. Porque hace un rato llegó un mail de Daniel el Terrible; mail interesante si los hay: la declaración orgánica que la Unión Cívica Radical emitió a los pocos días del bombareo sobre la sociedad civil de Buenos Aires.

EL RÉGIMEN GOBERNANTE ES EL RESPONSABLE

La UNIÓN CIVICA RADICAL afirma que la revolución del 16 de junio es producto del Régimen. Mientras no cese el sistema totalitario que lo caracteriza, subsistirán las causas del estallido. Sólo se evitarán con la libertad.
Las explicaciones oficiales son incompletas y falsas.
Incompletas porque intentan circunscribir el problema a los hechos en sí sin remontar a sus orígenes.
Son falsas porque callan calculadamente las auténticas causas que están obrando hace tiempo en la conciencia argentina y la llevan a repudiar la agresión permanente del Régimen contra los fundamentos morales y democráticos de la República. Muchas son las causas del 16 de junio.


La fundamental es la supresión de las libertades.


La finalidad capital de tal supresión es impedir las reacciones populares ante la corrupción y la crisis económica originada por la política oficial y contra el intento de consumar la entrega del patrimonio y de la soberanía de la Nación.


La corrupción que aqueja a la Republica, peculado, espionaje y delación, encarcelamientos discrecionales, torturas, supresión de las libertades, la degradación de la escuela y de la Universidad puestas al servicio de los fines subalternos del Régimen, el sometimiento de la vida sindical, convertida en instrumento de opresión de los trabajadores, son algunas de las manifestaciones del sistema que esta empobreciendo las reservas materiales y espirituales de nuestra nación y constituyen otros tantos motivos de explosión de las fuerzas morales que, no hallando los caminos de la paz para las soluciones armónicas, apelan, desesperadas, a la violencia.

QUE PRETENDE AHORA EL RÉGIMEN

Calientes aún sus victimas, el Régimen lanza un llamado a la pacificación del país. Como en 1953, cuando bandas oficialistas organizadas incendiaron las sedes de los partidos que no le son adictos, el Régimen apela a otra especie de "conciliación nacional".

Como entonces, lo exige todo pero persiste en su tiranía.
Nuevamente hace caer la responsabilidad en los despojados.
Es a los argentinos obligados a escoger entre la sumisión bien remunerada o la pobreza, entre la obsecuencia o la persecución, entre el silencio cómplice o la cárcel, a quienes el régimen exhorta ahora a deponer enconos.


Esta pacificación que propone deja intactas todas las causas del malestar nacional, porque su finalidad no es abrir una etapa de recuperación y trabajo, sino encubrir con el silencio de todos los argentinos, la entrega espiritual y material del país.
Esta pacificación, como aquella conciliación, son otras tantas desfiguraciones del Régimen que quiere usar en su provecho la sangre derramada en las calles de Buenos Aires.


El Radicalismo y el país quieren que la sangre argentina sirva, como en horas gloriosas, a la causa de la democracia y de la libertad.

NO HABRÁ PACIFICACIÓN SIN PREVIA REPARACIÓN

El Radicalismo quiere la pacificación del país pero no esta dispuesto a pagar como precio de ella la supresión de las libertades ni la renuncia a los postulados populares y nacionales que siempre ha defendido. No puede aceptar la pacificación para el sometimiento.


Es indispensable restablecer la democracia en la República Argentina, restaurar la vida moral en sus instituciones, restituir la justicia, destruir el aparato policiaco legal de represión e intimidación que coarta toda actividad y ofrecer a todos en clima de dignidad y libertad, las mismas posibilidades de expresión y discusión.


Solo quien resulte gobernante en tal vigencia democrática tendrá títulos para exigir serenidad y cordura, respeto y ecuanimidad; solo así se podrá evitar que un pueblo al que se le impide expresar su voluntad, tome el camino de la violencia.


El Radicalismo ha utilizado las vías pacificas y las consultas electorales, pero no puede dar fe a las promesas de un Régimen que no da libertad ni antes del comicio ni durante él y que no respeta las decisiones electorales, lo revelan las intervenciones a las comunas de Buenos Aires y Córdoba que la UNIÓN CIVICA RADICAL obtuvo por la voluntad popular.


Tampoco puede dar fe a un Régimen que aplica sistemas electorales tramposos.


Baste como ejemplo, recordar que en la Capital de la Republica 800.000 votos oficialistas llevaron al Congreso 14 diputados y 600.000 radicales sólo uno.


Si no se remueven las causas reales del malestar popular, si no se reparan los agravios a la dignidad del país, el Régimen seguirá llenando de palabras vanas el aire de la Patria pero dejará en pie todas las causas promotoras de la violencia y de la exasperación.


Si se crean, en cambio, las condiciones de moral y libertad, de democracia y justicia que la conciencia argentina reclama, todo el país podrá intervenir en la construcción nacional.


Las fuerzas armadas, los sindicatos y los partidos políticos hallaran entonces el cauce de su autentica realización.


Las instituciones armadas no deben intervenir en política pero tampoco poner su fuerza al servicio de un gobierno que suprime las libertades y entrega la soberanía del país.


Las organizaciones sindicales, a su vez, solo en un Régimen de libertad podran encontrar la solución de sus problemas y gravitar efectivamente, no artificialmente, en el desarrollo político y social argentino, pues bajo un régimen de dictadura dependen en forma absoluta de los jerarcas sindicales que trafican con los intereses y las necesidades de los trabajadores.


Estas condiciones permitirán, finalmente, que los partidos políticos desarrollen la plenitud de sus posibilidades y puedan aportar soluciones a los múltiples problemas de la vida argentina, problemas que ya no estarán librados al capricho y al arbitrio de una voluntad personal o de un grupo que no reconoce otra limitaciones que su sed insaciable de dominación y de provecho.


Solo así podrá todo el pueblo participar en la común tarea, sin imposiciones, humillaciones ni claudicaciones.


El libre juego de la voluntad creadora de los argentinos volverá a encaminar al país por la senda de la paz, el progreso y el bienestar de todos.


No es posible seguir como ahora, volver a la situación anterior al 4 de junio de 1943; es preciso vivir con autenticidad republicana.

LA CONDUCTA RADICAL

En consecuencia a la expuesto, la Mesa Directiva del Comité Nacional de la UNIÓN CIVICA RADICAL, DECLARA


La responsabilidad de los trágicos sucesos del 16 de junio de 1955 es enteramente del gobierno.


El Radicalismo reitera su solidaridad con cuantos sufren cárcel, persecución o destierro por defender las libertades argentinas.


La UNIÓN CIVICA RADICAL continúa su lucha por el restablecimiento de la moral y la democracia en la vida de la República.

BUENOS AIRES, JUNIO 29 DE 1955

UNIÓN CIVICA RADICAL
Comité Nacional

Federico F. Monjardín, secretario - Arturo Frondizi, presidente

1 comentario:

Anónimo dijo...

fueron, son, y seran, antipueblo
Cesar