El sentido común y la opinión pública (da) fueron durante décadas los buques insignias que legitimaron las argucias corporativas de los medios de comunicación dominantes, el poder económico concentrado y los poderes de hecho.
La formación del sentido común tiene anclaje en lo profundo de la historia argentina y está íntimamente relacionado con el modelo de país que se impuso: los lineamientos conceptuales básicos, la moralina y la ética de la hibridez, y los resortes colectivos para el juzgamiento de la cosa público fueron moldeados, desde la generación del 80 hasta nuestra hetergénea posmodernidad, por las teorías eurocéntricas y por el consevadorismo.
La opinión publicada es un fenómeno más reciente en su expresión y tiene como ejemplo explícito al Grupo Clarín: solían decir, en la calle y en las oficinas de la empresa, que 10 tapas negativas del “Gran Diario argentino” volteaban a cualquier gobierno. ¡Casi nada eh!
Con esos dos aspectos -opinión pública (da) y sentido común- unidimensionalizados, la conducción velada de la sociedad era casi un juego de niños.
Ahora, parece que atravesamos una interesante época de cambios de paradigmas.
Entre el martes y la madrugada del miércoles se produjeron 3 hechos que apuntalan aquella reconfortante sensación de liberación.
El sueño de la Patria Grande Latinoamericana (Kirchner en UNSAUR), el desafío vital de juzgar a los genocidas del pasado para afrontar el presente y el futuro sobre bases sólidas (Martínez de Hoz preso) y la necesidad de una sociedad de inclusión e igualitaria (media sanción al matrimonio homosexual) parecen más cercanos. Es evidente que comienzan a caer siniestros paradigmas que nos oprimieron como sociedad.
(PUBLICADO EN DIARIO DIAGONALES EL 6 DE MAYO DE 2010; EL PDF ACA)
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