jueves, 27 de mayo de 2010

EL AMOR Y EL ESPANTO

POR PATACONERO ERIC DELARRÚ


Ellos alegan motivaciones naturales, propias de una sensación humana que escapa y dista enormemente de cualquier tipo de discusión racional-argumentativa. Se refieren al rechazo con total liviandad, como si éste fuese tan sólo una propiedad que emana mágicamente ante la desesperada necesidad de acceder al poder, de “ser gobierno”. Paradójicamente, hoy se dirimen fuerzas por aparentar ser “la” alternativa, pero al mismo, se rasgan las vestiduras por mediatizar una cualidad que les es inherente a todos: el ser oposición por rutina, por cotidianeidad y por inercia.


En palabras corrientes, sería muy al pedo posar el haz de luz sobre la cuestión “oposición por oposición misma”, sino que lo verdaderamente interesante es comenzar a dilucidar aquellas coyunturalidades (léase características propias de la coyuntura político-económica) que motivan y/o generan cierto salvajismo pre electoralista en cuanto a la definición de los candidatos para las presidenciales del 2011 y que, por el momento, encuentran en la escena política tantos postulantes como seudopartidos políticos existen.

Inicialmente, asistimos a una bifurcación de los tradicionales esquemas políticos que parecen haber sido coartados por la eyaculación coyunturalista que deviene de una situación de especial bonanza económica y de estabilidad de las variables generales. En este sentido, la disputa presidencialista ha generado cierto desánimo y desorientación en la comunidad electiva, que definitivamente comienza a notar la falta de un proyecto político alternativa dentro de los sectores opositores y es por ello que el ex presidente Néstor Kirchner ha logrado aumentar su intención de votos. En contrariedad con lo planteado por el Grupo Clarín, la repopularización del ex mandatario y actual Secretario General de UNASUR no sería producto del mal llamado “efecto carótida”, sino que aglomera dos aristas fundamentales: la primera producto de la revalorización de la gestión K, teniendo en cuenta la situación actual en Europa y el modo en que se afrontó la crisis internacional; y la segunda, como consecuencia de la “malversación” del capital político ganado por la oposición tras las últimas elecciones legislativas.

Ahora bien, ¿cuáles son las coyunturalidades que generan esta motivación extra por “ser gobierno”?

En primer lugar, lo que más resalta a la vista es la notable disminución de la deuda externa en relación con el PBI. En el año 2009, según datos del INDEC, el PBI nominal fue de U$S 306.747 millones (un 0,9% superior al año anterior), mientras que el total de la deuda en dólares ascendería a unos U$S 150 mil millones, es decir, el porcentaje a pagar es en la actualidad el equivalente al %49 del PBI, una de las cifras más bajas de los últimos 30 años. ¿Qué implica esta situación? Básicamente, una capacidad de solvencia financiera mucho más fuerte, mayor estabilidad macroeconómica y la posibilidad de contraer créditos privados a tasas de interés mucho más bajas (siempre hablando en términos simplistas, por supuesto que existen otros beneficios que exceden a este análisis).

En segundo lugar, parecería importante destacar el efecto en términos macroeconómicos y de liquidez monetaria producto de la estatización de los servicios previsionales, es decir, las AFJP. Si bien en un primer momento esta iniciativa fue vista con muy malos ojos por la “oposición opositora”, el margen de maniobrabilidad con que cuenta este gobierno y las administraciones posteriores es exponencialmente muy superior con el que se contaba hace unos años. Como en todo país “serio”, el estado argentino tiene la posibilidad de utilizar los aportes del sector asalariado para financiar proyectos de corte social-populares, profundizar el modelo sustitutivo de importaciones y posee un “colchón” monetario muy fuerte que le permite intervenir eficazmente dentro del mercado y evitar situaciones de desequilibro y desestabilización global. En este sentido, el caso más emblemático ha sido la aplicación de la Asignación Universal por Hijo que demandó el redireccionamiento (palabra oficialmente inexistente, pero particularmente muy descriptiva del acto en cuestión) de $10 mil millones que, hoy por hoy, se encuentran en circulación constante dentro de la economía real y han permitido mejorar los niveles de consumo interno y fortalecer el proyecto. Por otro lado, otra de las cuestiones más importantes que son posibles de llevar a cabo gracias a la estatización de las AFJP, es el plan de entrega de netbooks para alumnos de escuelas secundarias de todo el país que podrán hacer uso de esta herramienta durante el período lectivo y que, finalizados sus estudios secundarios, podrán apoderarse oficialmente de la misma.

En un tercer escalafón, resulta conveniente detener la marcha y esbozar una serie de cuestiones no menores, pero quizás con una influencia no tan directa sobre las motivaciones presidenciables, pero que en su conjunto, generan un ánimo político mucho más tentador que lo que fue la situación post crisis del 2001 cuando nadie quería “tomar la batuta” y cayó el cabezón:

• Descreimiento del periodismo: tras todo el debate generado en torno a la Ley de Medios y gracias al fenómeno de 678 y otros programas como TVR y Duro de Domar, el periodismo ha perdido gran parte de su legitimidad y, hoy por hoy, el discurso hegemónico ya no tiene la misma fuerza y vigorosidad que anteriormente, lo cual implica cierta “frescura” y liviandad dentro del ámbito político.

• Situación macroeconómica: la economía argentina parece marchar por sí sola (aunque esto está muy lejos de ocurrir y mejor que así sea). Los niveles de exportación son muy buenos y registran ingresos de divisas excepcionales, sin embargo, lo más importante en términos de proyecto, es el fortalecimiento del mercado interno a través de políticas subsidiarios y de impulso económico Pro Pymes, lo que ha generado un aumento en el consumo interno y por otro lado, mayor distribución de la riqueza producto de la generación de empleo y la toma de trabajadores calificados en empresas de todo tipo.

• Precios de los commodities: en la actualidad, el precio de las materias primas que exporta la Argentina y de fácil colocación en el mercado internacional, gozan de precios más que positivos que están generando beneficios extraordinarios muy altos. Esto permite que los sectores agropecuarios puedan generan ganancias y mantenerse al margen del debate político y, por otro lado, que el estado pueda recaudar más y mantener los costos sociales.

• Coyuntura Social: producto de los distintos planes empleados por el gobierno actual (Argentina Trabaja, Asignación Universal, entrega de Netbooks, aumento de jubilaciones, etc.), la situación social es muy positiva y permite que, a pesar de que haya inflación, los sectores más populares puedan recibir un dinero fijo mensual y además, recuperar la costumbre del trabajo y redignificarlo.

• Instalación Pública de ciertos temas que anteriormente eran tabúes: es importante destacar que, en la actualidad, se han podido reubicar en la esfera pública ciertos tópicos que durante años fueron obviados y ninguneados por la dirigencia política y el establishment mediático. Junto con esto, la sanción de la Ley de Servicios Audiovisuales permite que el estado tenga mayor participación dentro del espectro comunicacional y esto le otorga mayor fuerza y capacidad de respuesta ante una escalada de agravios y acusaciones mediáticas.

• Nivel de inflación razonable y tolerable: el alza en los precios de los bienes y servicios finales que se producen y distribuyen en la Argentina es relativamente “normal” para un país que crece a tasas promedio del 6% al 8% y mucho menor que lo que ocurría durante los 80. Esto genera cierta confianza a nivel social y además, da la sensación de que la inflación es controlable, es decir, que no existen condiciones macroeconómicas para que se produzca una escalada inercial en los precios finales.

• Ubicación de la Argentina a nivel mundial en términos de relaciones gubernamentales: en la actualidad, mandatarios argentinos son recibidos en todo el mundo, incluso funcionarios de otras nacionales que nunca habían pisado suelo nacional de manera oficial, comienzan a acercarse, tal el caso del Presidente de la Federación de Rusia que en los últimos meses ha estado en nuestro país por primera vez en la historia bilateral de ambas naciones.

• Niveles de exportación y diversificación de la matriz productiva: si bien desde algunos sectores dentro del poder económico y desde los medios de comunicación se pretende hacer “notar” que las exportaciones argentinas disminuyen constantemente y que junto con ello, la Presidente decide cerrar las importaciones debido a que la balanza comercial ha sufrido un deterioro importante; la información es falsa y se están obviando algunas cuestiones paraarancelarias que históricamente se han aplicado en detrimento de nuestro país (imposiciones sanitarias, cupos de exportación, trabas burocráticas, etc.) y que, en el caso de las exportaciones de aceite de soja a China, se siguen aplicando con total arbitrariedad en contra de los intereses económico-comerciales de nuestro país.

• Gremios estabilizados y dinámica de negociación salarial muy fuerte y encaminada: en última instancia, pero para nada menor, emerge la cuestión de las negociaciones salariales y la bendita costumbre que se ha gestado en los últimos años de negociar vía paritarias gracias a la activa participación del Ministerio de Trabajo en los asuntos en los que intervienen los empresarios y la clase trabajadora. Al respecto, los salarios reales han subido notablemente desde el 2003 (recordemos que durante los 90 los salarios no fueron “tocados” y en el gobierno de La Alianza fueron rebajados oficialmente al menos en un 13%) y junto con ello se ha gestado una dinámica de negociaciones salariales que resulta casi “natural”, pero que en realidad proviene de una serie de negociaciones previas que han permitido instalar el debate sobre las retribuciones.

En suma, queda bastante claro que existen una serie de condiciones que hacen exasperar el ánimo electoralista de algún que otro personaje de la política actual y que, a pesar de haber cometido horrores en el pasado, hoy se autoproclaman como los “salvadores” de la Patria que vienen a poner punto final a este supuesto proyecto “clientelista y autoritario” que, por cierto, es elogiado en todo el mundo por el modo en que logró encarar la crisis internacional y por los distintos avances que se han logrado en materia social. Por supuesto, este análisis no puede ni debe ser aplicado a figuras como Macri, De Narváez, Pinedo, Aguad y demás porque, en definitiva, éstos no parten de una base progresista de construcción nacional, sino que el proyecto político (al menos según lo que se puede reconocer en su discurso) remite a la época de los 90 o, en su defecto, al gobierno de Fernando De La Rúa. Por ende, esta reflexión sólo es representativa de algún que otro sector de la oposición que, si bien corresponden al grupo de la “oposición opositora”, pueden considerarse dentro del ala progre de nuestro país, a expensas de si realmente están o no capacitados para “ser gobierno”. En definitiva, sólo resta aclarar que a nosotros también nos une el espanto, un temor generalizado dentro de los sectores más populares de la sociedad y muy arraigado dentro del estudiantado nacional que tiene su fiel justificación en la diversificación política electoralista encabezadas por figuras del ámbito dirigencial que distan enormemente de la concepción nacional y popular del actual gobierno.

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