lunes, 7 de diciembre de 2009

DERROTAS. ENTRE LA LECCIÓN, EL DOLOR Y LA MANIPULACIÓN.




Dicen que de las derrotas se aprende.

El espíritu revulsivo de las derrotas generalmente consiste en generar espíritu de cambio, de revisión. No siempre pasa, pero cuando sucede….

En los últimos días sobrevolé en el ámbito de tres derrotas: una reciente, otra histórica y la restante de actualidad urgente.
Aunque distintas, estas tres derrotas presentan una íntima relación entre sí.
Sin embargo, poseen texturas diferentes: una de ellas, es una derrota aleccionadora; otra es dolorosa; y la restante es el enunciado RIMBOBANTE de una derrota pequeña.

Deambulando en el limbo bloggeroperonista, encontré una nota revulsiva en Tirando al Medio: un artículo que pretende desentramar la dialéctica de la clase media argenta, esa mixtura irrefrenable y heterogénea. La teoría es profunda e incita al análisis introspectivo del peronismo.

En medio de la densidad del análisis, me topé con un razonamiento casi revelador. Palabras más, palabras menos: la derrota más dolorosa del 28 J, es la necedad estremecedora de la clase media antikirchnerista.
Según ese análisis, resulta una tarea pseudo utópica intentar convencer, o persuadir, a disuadir o apenas lograr algún reconocimiento a la gestión K en los integrantes de esa supuesta clase media. No hay forma: ni la solidez académica, ni la lucidez militante, ni la pujanza pasional. Ni siquiera los argumentos sólidos que unbilican los intereses de esa clase con los lineamientos del modelo K. Por ahora, parece, es complicadísimo.

Creo que hay mucho de verdad en aquello.
Y creo, también, que hay mucho de error no forzado en esa derrota. Que debe ser ALECCIONADORA por esta cuestión: algo del ADN K fue el que propició este escenario.
El carácter generalmente contumaz y la mala comunicación del gobierno (sobre todo durante el conflicto con las cámaras patronales agropecuarias) creó un sujeto social opositor.
Hasta tal punto fue ALECCIONADORA, que el gobierno acusó recibo y cambió, sensiblemente, de cara a otro debate profundo como la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisuales. Cambió y le fue bien.
El desafío, entonces, es no tropezar con la misma piedra de acá para adelante.

La segunda es una derrota DOLOROSA e HISTÓRICA.
La anécdota siguiente sirve para ilustrar y prologar: mi vieja, que vive en un pueblito a 10 km de Carlos Paz, me vino a visitar luego de 1 año sin vernos.
Una de nuestras charlas corrió por el cauce político – social. “No se puede negar que la inseguridad aumentó mucho”, aseveró mi vieja, católica practicante, profesora de biología, ama de casa, formada en un colegio de monjas, criada en el conservadorismo de unos padres (mis abuelos) que, sin embargo, lloraron desconsolados (y casi escondiéndolo, no vaya a ser cosa que los amigos del Golf del club Universitario los vean) la muerte de Evita. Aclaro: mi madre no es reaccionaria ni gorila. Sigo, entonces.

“¿Cuántas veces te asaltaron y ya te mataron. Cuántas veces te secuestraron a tus nietos que, lo veo y lo disfruto cada vez que te visito, juegan todo el puto día en la calle a orillas del río?”, fue mi respuesta.

La chicana, casi un golpe bajo, intentó ser un freno de mano insoslayable. Le siguió la explicación de la producción de sentido y los intereses de las empresas periodísticas de los grupos concentrados, la manipulación y la tergiversación y, principalmente, la parte que le toca a las gentes de a pie: no legitimar el discurso hegemónico sin espíritu crítico; no replicar, en esa especie de espiral mecánico, las Verdades Reveladas que bajan del dispositivo mediático – opositor.

Para hacerla bien clara: si vivís en un lugar tranquilo, en el que disfrutás plenamente del trato cotidiano con los desconocidos en la calle, sin caminás sin mirar para todos lados, sin miedos. Si vivís apenas con el cuidado necesario y alejado de esa burbuja apocalítica que reflejan TN y América, Clarín y La Nación: ¿por qué replicás un discurso que ni siquiera te roza y te empeñas en preocuparte demasiado –aclaración: es válida e importante la preocupación por la seguridad real de los argentinos, pero no la preocupación asfixiante por lo que TN refleja con clara intencionalidad política- por cuestiones muy ajenas a tu cotidianidad?

Seguimos la charla por las vías políticas: ley de medios, asignación universal, oposición, oficialismo…en un momento, mi vieja quedó tildada. Pensé que la había aburrido, pero me soltó una revelación lapidaria: “la verdad es que te admiro y te envidio”, me dijo.

“Te admiro por la pujanza y la pasión en la defensa de lo que pensás. Y te ENVIDIO profundamente: ni yo, ni parte de mi generación, PUDIMOS HACERLO”.
Cuando mi madre intentó venir a estudiar a La Plata, a mediados de la década del 70, ingenua y recién salida del Sagrado Corazón, chocó con la crudeza de la realidad que mi abuelo se encargó de revelarle sin pruritos: fueron a visitar a mi tío que de vivir en Ensenada y estudiar en la facultad de medicina de La Plata y militar en el Partido Comunista, pasó a vivir en un sótano de Capital Federal obligado por su familia.
Mi tio se había salvado: los milicos lo fueron a buscar 10 minutos después que la familia lo obligara al destierro salvador, y que mi abuelo –en presencia de mi mamá- quemará los cientos de libros que eran una condena segura.

Mi vieja entendió. Un poco. Algo. Una parte.

Aquella, entonces, es una derrota DOLOROSA: la pérdida irreparable de una generación militante.
Fue el triunfo de la crapulencia. De los miserables funcionales a los intereses hegemónicos neocoloniales.
Exterminaron a una generación y educaron a otra. Crearon la clase media de la individualización opresora, subyugada por recetas sociales, culturales y políticas retrógradas.
Quizás la clase media que, en mayoría, votó de forma regresiva el 28 J, sea producto del aquel extermino. Extermino de las personas y de las ideas.


La tercera derrota, o ENUNCIACIÓN de derrota, es consecuencia del 28 J: la nueva conformación de la Cámara de Diputados, donde el jueves pasado la Oposición, abroquelada en una mermelada inverosímil, en un rejunte Cambalache que ni Discepolín hubiese imaginado, tuvo quórum propio luego de mucho tiempo e impuso su número para la conformación de las autoridades de la Cámara y de las comisiones internas.
Clarín, La Nación, Crítica, TN y América saludaron ese hecho con grandilocuencia republicana, con algarabía derechosa, con resentimiento gorila.

La pregunta es si esta neo Unión Democrática con claro aroma rancio será apenas la conveniencia anti Kirchnerista del jueves, o será la máquina de negar y de no producir que fue hasta ahora. O quizás no sea, ni siquiera, una de esas dos opciones y se pierda en la incongruencia de sus miserias anti algo (siempre parecen ser sólo eso: anti algo); que se pierda en los cortocircuitos intestinos de su probada incapacidad política.

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