miércoles, 14 de octubre de 2009

La lección de Tinelli


Ayer Tinelli nos dio una lección. Desde su programa (el cenit de la TV basura) se subió a un atril auto-postulado de moralidad y ética y nos aleccionó acerca de la cuestión social, de política, de economía, de fútbol.
Nos dio una lección, el inefable Cabezón Zar de la TV: nos alertó (no era esa su intención, por supuesto), con estrépito, que la avanzada mediática del emporio Clarín utilizará cualquier recurso (hasta el más vil) para erosionar la recientemente sancionada Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.
Con el rigor de la sensiblería y con una vacuidad asfixiante en el contenido, Tinelli postuló un típico discurso despolitizado, superficial, mentiroso, siniestro.
Hablaba Tinelli, con cara de compungido y gesto de aflicción patriótica impostada, de un país nervioso y dividido. De las peleas.
La derecha reñega del debate social, cultural y político. Por eso se crispa cuando este gobierno, por potencia política, impone en la agenda debates profundos que conmueven los cimientos del Stablishment, del Status Quo (la 125, la estatizacion de las AFJP, la Ley de Medios). Por eso disciplina a todos sus empleados en pos de erosionar el ámbito, de postularse como los buenos de una película que seguramente ellos producirían, distribuirían y venderían, de acuerdo a su dialéctica y dinámica oligopólica.
Por eso Tinelli, ayer, con el descaro y la impunidad que otorga el poder económico-mediático hablaba de dádivas y caridad, aunque disfrazó esos términos con un cliché gorila: solidaridad, dijo el come alfajores.
Es que en la lógica derechosa, la Justicia Social sería eso: la dádiva de los que más tienen para los pobres. Pero lo que nunca dice la derecha es que los pobres endémicos no son una consecuencia natural, sino producto de determinados proyectos: la dictadura, el menemato, la Alianza.
Para la derecha, para Tinelli y para Clarín, la pobreza se combate con los "sueños" de El Musical de tus Sueños y nada tienen que ver la redistribución, la inclusión, la transferencia de renta a los sectores más ricos, la democratización de los medios, la soberanía política o la independencia económica.
Para ellos, entonces, la pobreza se combate con Circo, ni siquiera con pan. Con el Circo de Tinelli, con las mentiras de Clarín.

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