martes, 7 de mayo de 2013

Sin escalas: de la anticorrupción a la antipolítica



Foto: Télam.


Partamos de un problema central de la política: cómo se divulga la información. De acuerdo a cómo esté distribuido el conocimiento en la sociedad y a las expresiones de la opinión pública, se van a establecer los límites de los escenarios políticos y todas las acciones políticas deberán respetar estos límites.


Lo crucial de la divulgación es la instalación de los temas ¿De qué depende? Hoy en día, para instalar un tema se necesita una estructura mediática potente y diversificada (medios gráficos y audiovisuales y redes sociales). Esto da lugar para hablar del contexto mediático. En la actualidad vivimos bombardeados por la información exprés, hay una dinámica extremadamente acelerada del flujo de noticias, que da muy poco lugar al chequeo y nulo para las rectificaciones. Otra característica central de los medios actuales es la concentración. A nivel mundial existen estructuras constituidas capaces de instalar su agenda mediática.


Teniendo en cuenta estas dos características de los medios, velocidad y concentración, aparece algo aún más peligroso: el establecimiento de generalidades negativas, las cuales apuntan al carácter psicológico de los receptores y tienen una profunda carga emotiva. Un ejemplo claro de esto: luego del atentado a las torres gemelas del 11 de septiembre de 2001, se estableció a nivel mundial que todo persona con turbante era un posible terrorista.


En nuestro país hace mucho tiempo se viene promoviendo una generalidad negativa y que además es la causa para que el conflicto al cual refiere se siga reproduciendo. Estas generalidades apuntan a situaciones sensibles. Uno de los temas más sensibles de nuestro país, debido a la cantidad de calamidades y hechos desafortunados que sufrimos a lo largo de nuestra historia, es “la corrupción” y que hace nuestro subconsciente al escuchar esa palabra, traza una relación directa con la política y los políticos y se establece la generalidad “todos los políticos son corruptos”. Se abren interrogantes ¿Por qué establecemos dicha linealidad con los políticos y no con los empresarios? ¿A quién favorece que creamos que todos los políticos son corruptos?


Esta generalidad es un mecanismo de defensa de los intereses económicos concentrados. Al ser la política la única herramienta de los pueblos en contra de la desigualdad y la injusticia, lo que se busca es negarla, desactivarla, descalificarla, ponerla lejos de las personas honestas y dejarla en manos de los corruptos para así confirmar con los hechos la generalidad establecida, y poder seguir reproduciendo un reparto desigual de la riqueza sin oposición alguna.

*Tiene 19 años, es militante de la Juventud Platense para la Victoria y estudiante de Sociología en la UNLP.

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