lunes, 14 de diciembre de 2009

"MATEN LA YEGUA"



Me despierto, más bien tarde, y empiezo a conectarme (pienso: algo está mal si tardo 5 minutos, desde que me levanto hasta que salgo del baño, en sumergirme en la mierda informativa): vía celular reviso los mensajes y los e-mail, enciendo el televisor (Canal 7, América, TN, C5N, TyC Sports, ESPN, Encuentro: en ese orden y en apenas algunos minutos "recorro el espinel". Verán así, ahora más profundo, mi problema. Encuentro es lo último y generalmente pasó de largo, si es que no me topo con Feinmann discurriendo en asuntos que hacen pensar y que tan lejos están de "lo que debemos saber", segun los slogans principistas del periodismo independiente), paso por la cocina brevemente y ya me prendo en la compu. Mal. Todo mal. El libro de Hernández Arregui espera olvidado arriba de la mesa. Ni siquiera presto atención a otro de Claudio Díaz, algo más banal, que esta casi tirado en el escritorio de la PC (Personal Computer, nada de revoluciones alucinadas eh).
Veo y escucho, en la tele. Principalmente escucho. C5N me revienta el cerebro todavía dormido con esa melodía entre siniestra, apocalíptica y de suspenso (ustedes saben: una cancioncita repetitiva y oscura que actúa como un refuerzo para acentuar una construcción de sentido per se oscurantista): atrás de la musiquita (sí, atrás: a esa hora de la mañana, me entraba primero la musiquita) escucho al periodista que, en un tono neutro con destellos de preocupación democrática, relata como si fuera una historieta erótica: la comunicacion entre el helicóptero que el viernes trasladaba a la Presidenta y su controlador, habría sido interferido con supuestas amenazas a la vida de Cristina.

Me sobresalto un poquito y me propongo prestar atención, todavía con los sentidos aletargados: la imagen de la nota es meramente ilustrativa (archivo de un helicóptero), el audio algo menos que indescifrable y, los subtítulos, de un impacto fulminante: "MATEN A LA YEGUA", "MATENLA", "MATEN AL PESCADO". En la interferencia, también aparece un fragmento mínimo de la marcha militar que el 24 de marzo de 1976 acompañó el anuncio de la toma del poder de la Junta Militar.

Retomo el zapping: ni Canal 7, ni TN, ni América, menos CNN. Nadie, en esos momentos, reproduce la noticia.

Retomo C5N y pienso: a C5N no le creo. No le quiero creer. No tengo confianza en esa estructura asentada en capitales fundados en un liberalismo salvaje, sostenida por algunos periodistas "estrella" regresivos, arcaicos; no me siento cómodo en la estética PRO del canal, ni en sus formas ni en los que, asumo, son sus fines. En fin...la noticia está ahi, construida y opinada (sí, opinada: los subtítulos fulminantes e impactantes, la musiquita siniestra, el tono de los periodistas. Que mierda es eso sino opinar??!!).

NO le CREO al CANAL (como conducto transmisor), Sin embargo, sí creo (con vehemencia) que existen miserables con ansias fascistas dispuestos a todo. Que, además, cuentan con estructuras dispuestas a bancarlos, como lo hicieron atávica y maquinalmente a lo largo de la historia argenta.

"MATEN LA YEGUA". "MATENLA". "MATEN AL PESCADO".
Esas construcciones repiquetean en mi cabeza obnubilada por la trasnoche que no se evapora, y por el impacto de la noticia (porque, pienso ahora, si es verdad es GRAVE. Más allá de la construcción tendenciosa).

Sigue el día. Ya todos los portales recogieron la noticia y la replican. Los canales la repiten. Las radios también. Aníbal Fernández, una vez más, irrumpe en la escena y opina sin elegancia ni medias tintas. Espero, ya a esta altura, las editoriales de los diarios de mañana. Si las hay. Pero todavía falta mucho para eso. Clarín y La Nación lo toman con pinzas. Le dan un cuadrito en sus ediciones on-line. Les interesa más la opinión de Aníbal (que no es Lecter, aunque muchos le teman con desesperación, y otros afirmen que es una bestia refinada). ¿Se imaginan si las amenazas las hubiese recibido el presidenciable de la Unión Democrática Antikirchnerista, Cleto Cobos?

Pero lo peor está por venir.

Continúo con mi alta conectividad: MSN, Facebook, Twitter...son las opiniones mediatizadas al instante de (esencialmente) la clase media acerca de la noticia. Aunque no son las legiones que hubiesen sido si el afectado era Cleto, porque ya lo dije, fueron apenas cuadros en las ediciones on-line de las tribunas mediáticas republicanísimas, opinan con liviandad. Son varios. Demasiados. Muchos, para mi gusto, que se divierten y, con impunidad tilinga, desean la concreción de las amenazas.

Pienso. Un poco. Y llego a una encrucijada: ¿respondo? ¿me ensalzo en luchas quijotestas virtuales para debatir acerca de la peligrosidad de no asumir la potencialidad riesgosa de las supuestas amenazas?

No puedo. No me animo. Porque no se por donde empezar. No se si putearlos, o subestimarlos. No se si enfrentarlos con retórica militante o escupirles verdades irrefutables de su gorilismo, su golpismo latente aunque no tengan ni idea de la consecuencia de el. No sé si enrostrarle el odio que los carcome, y que los lleva a disfrutar de un hecho lamentable. No se si elaborar una tésis rápida y concisa y, por supuesto, nada académica pero todo corazón, de la dialéctica  y  la acción hegemónica y regresiva que nos erosionó la cabeza y el corazón desde 1955 hasta 2003, para que muchos de nosotros se rian y deseen el traslado de lo verbal a la empiria de aquellas construcciones golpistas (que, sin dudas, son el deseo reprimido de algunos sectores): "MATEN LA YEGUA". "MATENLA". "MATEN AL PESCADO".

Aquello repiquetea en mi cabeza.

Lo único claro, a esta altura, es que si aquella amenza es real, y si aquella amenaza llegara a convertirse en la expresión fáctica de los más bajos deseos de los miserables de siempre, seguramente se van a encontrar con la resistencia de muchos peronistas.

Seguro, voy a estar entre ellos.       

 

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