La sustentación real de los proyectos politicos profundos son las bases.
Y las bases reales son aquellas que encuentran en el proyecto una umbilicación filial, aquellos en los que el proyecto logra una simbiosis sanguínea a través de la ideología y del resultado empírico de la tracción de la política real: los hechos.
Decía Rafael Bielsa en un programa de Sin Edición, que el año 2003 fue el momento para comenzar a formar el sujeto socio-político que sea la base del kirchnerismo.
Bielsa contó, además, que cuando el era un peronista adolescente la militancia se realizaba en los espacios públicos y privados de socialización: se reunían en el club a hablar de política, “actualización doctrinaria” dijo Bielsa; las comidas familiares, en los cafés, en la cancha: muchos espacios se convertían en almácigas de militantes reales.
Para dar cuenta de la importancia DE ESOS ESPACIOS de colectivización política para la formación de bases: fue lo primero que desarticularon la Revolución Libertadora y la dictadura de Videla, y el neoliberalismo salvaje del menemato en los 90 terminó de desguazar los girones que quedaban.
Fueron por las bases y la destrozaron porque, lo saben por gorilas, allí reside la fuerza real de cualquier proyecto.
Este modelo de conducción política lleva 6 años de relativo éxito tamizado con errores y derrotas flagrantes.
El kirchnerismo le devolvió al país la intención del debate político profundo, retomando puntos medulares del peronismo histórico: este es el modelo de los 6 millones de nuevos puestos de trabajo, el de los 2 millones de nuevos jubilados, el de los 2 aumentos por año para los viejitos, el de la renovación de la Corte Suprema, el de la reestatización de las jubilaciones, el de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisuales, el de la Asignación Universal, el modelo que capeó una crisis financiera y económica mundial con relativo éxito sin apelar a recetas retrógradas de los gurúes liberales, sino aumentando el gasto público para mantener la capacidad de consumo de las capas medias y bajas
Este es el modelo que creció durante 5 años, que sintió el golpe del crash mundial pero, que para 2010, ya nadie duda que crecerá varios puntos.
Sin embargo, el Kirchnerismo tiene algunas deudas claras, y una de ellas es, sin dudas, la estructuración y mantención de bases reales de sustentación.
De cara a 2011, uno de los grandes desafíos es construir en ese aspecto con pasión, responsabilidad, inteligencia y proyección. Es responsabilidad del gobierno no repetir errores básicos: las bases de sustentación del modelo están en la militancia absoluta de la simbiosis genética, y no en estructuras rancias de conveniencias electorales.
La base tiene que formarse como sujeto social en aquellos que se apasionaron con la 125 y la ley de medios, con la reestatización de las jubilaciones y la asignación. Son esos los que, desde la militancia orgánica o desde la militancia más coloquial, dieron las batallas retóricas en las reuniones familiares y en la calle, desde un blog o un panfleto barrial, en las discusiones en el trabajo y en la calle, los que debatieron desde el Facebook y desde los nicks del MSN, en la facultad, en el partido.
Allí, en ellos, está la potencia real transformadora: el empuje, las ganas, las ideas, la capacidad, la creatividad, la doctrina y las consignas, los huevos. Allí, y no en las ficcionadas, ocasionales y oportunistas neo-estructuras que carecen de la representatividad que se autoproclaman.