LA PLATA NO HACE LA FELICIDAD, PERO APORTA EL 5% DEL PADRÓN PROVINCIAL
Conurbanos
La mayoría de los análisis electorales que tiene de las elecciones en la Provincia de Buenos Aires, suelen apuntar al conurbano. Es lógico: allí se concentra casi el 70% del padrón provincial, y el 26% del nacional.
Estos números, que realmente impresionan, hacen que muchas veces se pierda de vista la importancia que reviste en términos electorales el tercer Municipio más importante de la Provincia : el Partido de La Plata.
Detrás de La Matanza y de General Pueyrredón (Mar del Plata), la capital provincial es el Municipio que cuenta con la mayor cantidad de electores: algo más de 470 mil (30 mil más que Lomas de Zamora)
Pero aquí no termina la importancia que reviste La Plata a la hora de analizar una contienda electoral bonaerense futura, porque para el anacrónico sistema de representación electoral que tiene la Provincia de Buenos Aires, La Plata no solo es el centro administrativo provincial, sino que además constituye una unidad electoral en sí misma: la Sección Octava (también llamada “Sección Capital”).
¿Qué significa esto? Que además de elegir a sus propias autoridades, La Plata también elige legisladores provinciales propios: 6 diputados y 3 senadores. Es decir, en una elección platense se pone todo en juego, y salvo que haya niveles de corte de boleta muy abrumadores (como los que curiosamente hubo en la última elección), el que gana se queda con un todo que es muchísimo.
Internamente, La Plata es un Municipio complejo para analizar electoralmente. Guarda características similares a la relación que tiene la Ciudad de Buenos Aires con el conurbano, aunque con la salvedad de estar todo adentro de un mismo distrito: un centro histórico tilingo, elitista y gorila, rodeado por una periferia popular, peronista y trabajadora.
Los habitantes del centro de La Plata suelen mirarse en el espejo de la Capital Federal , y cualquiera asociación geográfica o social con el conurbano les causa pavor. La resistencia que genera el proyecto de la Autopista Presidente Perón, que unirá al oeste del Gran Buenos Aires con la capital provincial, es una muestra de ello.
Se trata de una obra tan monumental como necesaria, que conectaría dos regiones hoy dependientes del Camino de Cintura para su vinculación.
Como era de esperarse, ya se han alzado algunas voces en contra de la construcción de la Autopista , obviamente con pretextos mucho más presentables, como el ambientalismo y la perorata ornamental que suele acompañar a este tipo de quejas.
Para conseguir una mejor descripción de la sociedad platense que habita en el casco histórico de la Ciudad , ir directamente a “El Medio Pelo en la Sociedad Argentina ” de Arturo Jaurtetche.
Esta tensión entre centro y periferia, se ha resuelto electoralmente de manera no menos compleja: como el clivaje peronismo-no peronismo enfrenta a la periferia contra el centro, la cosa se resuelve por la diferencia de votos que cada una de las facciones pueda obtener en cada uno de los territorios en donde mejor se desempeña, y por la distancia que pueda acortar en el lugar más hostil.
Entre 1983 y 1987, la Unión Cívica Radical ganó todas las elecciones que se llevaron a cabo. En 1989, perdió por muy poco.
A partir de 1991, la cosa siempre se resolvió favorable al peronismo (salvo durante el breve interregno de la Alianza ), en los términos que describimos anteriormente: perdía en el centro, pero la diferencia obtenida en la periferia era tan importante que alcanzaba para ganar cualquier elección.
En 2003, Pablo Bruera se distanció definitivcamente de Julio Alak y fundó el Frente Renovador Platense, metiendo una cuña en el clijave peronismo-no peronismo, aunque los votos de Bruera, claramente estaban identificados con el peronismo.
Quién perdió votos a partir de la irrupción del vecinalismo platense pue el PJ, y no otro Partido.
En 2007, la novedad de las colectoras habilitadas por el kirchnerismo introdujo un elemento que complejizó aún más el panorama: tres listas peronistas.
El recurso de las colectoras (instrumentadas con la idea de sumar “hacia arriba” la mayor cantidad posible de votos) perjudicó a todos los oficialismos del conurbano y el resto de la provincia. En La Plata , a la lista del Intendente Alak se le sumaron la de los kirchneristas opositores Bruera y Castagneto.
Finalmente el triunfo fue para Pablo Bruera, pero contrariamente a lo que se podía pre suponer, la derrota de Alak no se anidó en el casco histórico de la Ciudad , sino en los barrios de la periferia: allí Castagneto realizó una buena elección (originada, tal vez, en su trabajo como Vice Ministro de Desarrollo Social de la Nación ) y le mordió al entonces Intendente Alak, una porción de su electorado tradicional. Eso fue determinante para el triunfo de Bruera, que tuvo una elección pareja: tanto en el centro como en la periferia fue segundo, pero en la sumatoria ganó.
En 2009, el kirchnerismo insistió con el sistema de colectoras en La Plata , pero con una vuelta de rosca que fue fatal: las dos listas fueron a parar al mismo sector. Un peronismo que supuestamente estaba “unido”, detrás de la figura del Intendente Bruera.
El corte de boleta y algunas desprolijidades muy groseras en la estrategia de campaña se ocuparon de dinamitar esa aparente unidad.
Desde fines del año pasado, Bruerismo y kirchnerismo platense rompieron lanzas y tomaron distancia en medio de varios cruces de acusaciones que por momentos pareció no tener retorno.
“Traidores” y “piantavotos”, fue lo menos que se dijeron de uno y otro lado.
Este año, la relación fue pura tensión. Es difícil encontrar un punto de máxima tensión. Tal vez, la semana en la que Pablo Bruera realizó su acto en el Luna Park, y Néstor Kirchner asistió a la asunción de Hugo Moyano como Presidente interino del PJ Bonaerense, haya sido la que tuvo más fuego cruzado, de uno y otro lado.
A partir de ese momento se empezaron a bajar los decibeles, sobre todo por el acercamiento que se produjo entre el Intendente Bruera y el Gobernador Scioli. Este último fue quien se encargo de tender los puentes que se habían roto con el kirchnerismo.
Con el cimbronazo que produjo en el escenario político el fallecimiento del ex presidente, las relaciones entre la Casa Rosada y el Palacio Municipal platense ingresaron en una etapa de armisticio que inexorablemente conducirá a la firma de la paz definitiva en cualquier momento.
Ejemplo de ello, es la casi desaparición del tan festejado grupo “de los 8 Intendentes díscolos” por algunos periodistas que trabajan en las empresas dueñas de medios que hacen oposición al gobierno de Cristina Fernández.
Con este panorama, ahora comienza el trabajo de negociar las candidaturas para el año que viene, con el objetivo de lograr un armado que deje contentos a todos. Una tarea difícil, porque al contrario del bruerismo (una corriente cohesionada detrás de un jefe indiscutido), el kirchnerismo platense es un mosaico de agrupaciones y movimientos que levantan delante de sí mismos las figuras de al menos tres referentes políticos: Carlos Castagneto, Guido Carlotto y Julio Alak (quién ya habría anticipado que no piensa postularse a ningún cargo electivo en su ciudad).
Detrás de estos tres nombres, aparecen además al menos una decena de dirigentes con armados propios, que también tienen sus aspiraciones: Ariel Passini, Homero Bibiloni, Walter Abarca, Emilio Pérsico y Miguel Forte, entre otros.
Por el lado del bruerismo, pasa exactamente lo contrario: aquellos que pueden llegar a tener alguna aspiración a suceder a su jefe político, no cuentan todavía con las horas de vuelo necesarias para encarar dicha tarea. Ni Santiago Martorelli, ni el ex Preparador Físico de Racing Club, Javier Pacharotti, están en condiciones de asumir ese desafío).
La ecuación no es para nada sencilla, máxime si se tiene en cuenta que, como ya aseguran varios, el candidato a Intendente del Frente para la Victoria será (incluso a pesar de sí mismo) Pablo Bruera...SIGUE ACÁ
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