Decía ayer Pedro Brieger, en 6,7,8 que lo que pasa en Ecuador presenta una dificultad extrema para su análisis por varias cuestiones. Por un lado, las condiciones en las que se fogonean y se ejecutan los golpes de Estado ya no son las burdas argucias de las décadas de 1960 y 70 ; ahora, juegan con sutileza los poderes de hecho, los medios de comunicación y cierta parte de la sociedad civil y también, por supuesto, fracciones de la dirigencia político.
Por otro lado, la situación intestina en Ecuador, según Brieger, es altamente compleja: el papel del ex presidente Gutiérrez, la actitud de las FF.AA., la ingerencia de los pueblos originarios que, paradójicamente, no todos son afines al Presidente Correa...en fin, una iconografía altamente heterogénea que presenta matices para el análisis aunque, claro está, no modifica la cuestión medular de lo acontecido en el país hermano: un flagrante intento de desestabilizar la democracia´.
Lo que no resiste demasiado análisis es la forma en que titularon los principales medios del país y, también, de la ciudad de La Plata.
Página/12 y Tiempo Argentino fueron directo al punto y, con diferencias sutiles en las formas, no dejaron margen para la interpretaciones.
Clarín salió con un título al menos confuso: "RESCATARON A BALAZOS AL PRESIDENTE DE ECUADOR". El énfasis no está puesto en la gravedad institucional de lo acontecido, sino en el desenlace: el pasquín de Ernestina enfoca en "los balazos", como si no pudiera desprendenrse de la enfermedad crónica que lo acecha para tamizar la cotidianidad vernácula: tergiversa, oculta, su fuerza es el impacto amarillo. En fin.
La Nación, consecuente con su línea editorial-ideológica, habla de una rebelión policial (como algo menor) y tampoco habla de crisis institucional o de la gravedad que representa un hecho de esta magnitud para la democracia en toda la región. Para el matutino de los Mitre, los hechos que atentan contra la estabilidad democrática pasan más bien por la inseguridad jurídica o las formas "K".
Entre los diarios de La Plata, El Día salió con una portada casi vergonzoza. Si bien está en la misma línea de Clarín, la brutalidad del pasquín de Kraiselburd reside en la paradoja del título: como La Nación, habla de "rebelión policial" pero en el mismísimo título (en letras catástrofes) pone el foco en el "violento" rescate al Presidente secuestrado. Es decir, lo grave del asunto es como el ejército rescató al Presidente (elegido democráticamente y en pleno ejercicio de su función, al menos hasta que lo secuestraron) y no el hecho del intento de derrocar a un presidente democrático.
Finalmente, el diario Hoy tuvo una dignísima tapa y Diagonales fue la nada misma, quizás producto de su carencia de potencia editorial, al menos en estas cuestiones.
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